martes, 27 de septiembre de 2016

Hillary, el lobo con piel de oveja

FOTO: Especial

@escupeletras


No porque Trump sea un impresentable burgués racista de derecha significa que Hillary Clinton es mejor. Me parece incluso que es potencialmente peor que Trump.

Hillary es la representante de las grandes corporaciones privadas que juegan con la economía mundial, quienes la patrocinan son las empresas que fomentan la pobreza y la desigualdad, las que saquean los recursos de otros países, las que tienen nocivos monopolios privados a lo largo del orbe. 


Como senadora y secretaria de Estado, Hillary fue quien impulsó las invasiones colonialistas a Afganistán, Irak, Yemen, Libia y Siria, dejando millones de muertos y desplazados. Ha prometido que continuará su apoyo irrestricto a Israel en su campaña de exterminio contra los palestinos. El violento perfil de su política militar es la que ha llevado a Estados Unidos a una confrontación diplomática con Rusia y China que podría escalar en un enfrentamiento directo.


Fue la que dictó desde la Casa Blanca la Reforma Energética privatizadora para México, la que espió a sus enemigos políticos, la que amañó la contienda interna del Partido Demócrata saboteando a sus rivales y la que en un principio rechazó los matrimonios igualitarios hasta que vio que eso le restaba puntos en el sector joven.

Hillary se vende como feminista, pero no lo es. Que sea una mujer que se ha abierto paso en las más altas esferas de la política estadounidense no la hace automáticamente feminista. La intelectual Nancy Fraser considera que Hillary no es feminista, en todo caso, "Clinton defiende un tipo de feminismo neoliberal, sólo para mujeres privilegiadas".

En el tema migratorio, Hillary tiene un discurso más suave que Trump, pero tiene un pensamiento casi idéntico al republicano sobre el muro fronterizo con México. Más de una vez se ha ufanado de que como senadora siempre votó a favor de la ampliación del muro fronterizo. Ha prometido impulsar una Reforma Migratoria que será menos dura con las deportaciones, pero cuando fue parte del gobierno muy poco hizo por impulsar la política migratoria que la comunidad latina que la apoya espera de ella.


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Las élites políticas y económicas han construido un consenso en torno a Hillary. Es claro el favoritismo hacia ella de los grandes medios de comunicación, las casas encuestadoras y la industria del entretenimiento, el aparato mediático entero está a su favor. Mientras que el aislacionismo de Trump representa un peligro para el sistema, con Clinton está garantizada la continuidad del modelo del capitalismo global. 

Se vende también como la amiguita de los famosos, de los actores y cantantes, de la gente bonita de Hollywood, la candidata "buena" que salvará a "América" de la tiranía de Trump, pero en el fondo, es igual o más peligrosa que su contendiente de copete rubio. Hillary es el rostro del imperialismo norteamericano, del neoliberalismo salvaje, pero adornado de color rosado. Es el símbolo del "capitalismo buena onda" dispuesto a ceder a demandas como el matrimonio igualitario mientras la base económica del sistema permanece intacta, siguiendo el curso de la explotación y el despojo. Hillary es un lobo con piel de oveja.

Afinal de cuentas, la elección presidencial en Estados Unidos es un callejón sin salida, donde no se tiene más opción que dos infames que sólo vendrán a causar daño. Ya lo dijo Julian Assange: "elegir entre Hillary y Trump es como elegir entre cólera y gonorrea". Democracia le llaman.