martes, 28 de octubre de 2014

Ayotzinapa: todos los culpables

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@escupeletras

Se ha cumplido un mes de los terribles hechos ocurridos el 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, donde fueron masacradas seis personas, entre ellas tres alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa, y 43 estudiantes más desaparecieron después de que policías municipales los entregaran al grupo criminal Guerreros Unidos. Hoy, después de al menos 11 fosas clandestinas encontradas y 56 detenidos, las autoridades no son capaces de dar certezas. En cambio, ha comenzado un vigoroso intercambio de señalamientos, dimes y diretes, un maniqueo juego de acusaciones donde la justicia es la gran ausente.
Curiosamente, todos los acusantes tienen su carga de responsabilidad en este caso que debe verse como el más grave atentado por parte del Estado contra estudiantes desde 1968. Los vínculos, los apoyos, las acciones y omisiones están ahí y hay que repartirlas a quien corresponden.


El PRD, Los Chuchos y AMLO

Fue el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, quien con gran entusiasmo promovió la candidatura de Ángel Aguirre por el PRD en 2010. Fue Ebrard el que le brindó su apoyo político y respaldo para que, tras dejar el PRI, fuera abanderado del Sol Azteca.

Fue el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, quien brindó una y otra vez respaldo a Aguirre, fue AMLO quien lo defendió varias veces de la prensa y de la oposición y fue quien hizo campaña a su lado en 2012, dejándose ver con él en mítines políticos como si fuera su gran amigo. Fue López Obrador quien designó a Lázaro Mazón como precandidato de Morena en Guerrero y a su vez Mazón fue quien respaldó en campaña a José Luis Abarca, el alcalde señalado por la PGR de dar la orden de atacar a los estudiantes, hoy prófugo. Fue AMLO el que desestimó las advertencias de algunos perredistas sobre el pasado negro de Abarca.


Fue López Obrador quien defendió varias veces a Aguirre de la prensa y de la oposición y fue quien hizo campaña a su lado en 2012. (FOTO: ESPECIAL)


Ahora los perredistas tratan de lavarse la cara y hacen singulares malabares para relacionar unilateralmente a AMLO con Abarca, pero se les olvida que fue el PRD el que inicialmente respaldó la candidatura de Abarca y después lo sostuvo en el gobierno, ignorando también las acusaciones sobre su vertiginoso enriquecimiento por sus vínculos con el crimen organizado y el presunto homicidio que cometió contra el líder de la organización Unidad Popular de Guerrero, Arturo Hernández Cardona, quien fue encontrado asesinado en 2013, junto con dos de sus compañeros, previamente levantados en Iguala.
Fue el PRD el que no puso filtros para seleccionar a sus candidatos, el que dejó la puerta abierta para cualquiera sin comprobar antes su honestidad, integridad y rectitud.
Fue el PRD quien postuló a Ángel Aguirre en 2010 en la alianza Diálogo por la Reconstrucción de México (DIA), de la mano del PT y Convergencia, a sabiendas de que era un priista de cepa que sólo estaba haciendo berrinche porque el tricolor decidió lanzar a Manuel Añorve para buscar la gubernatura. Fue el PRD quien lo impulsó y lo mantuvo sabiendo que en 1996 asumió la gubernatura interina de Guerrero cuando su amigo Rubén Figueroa Alcocer renunció después de ordenar la matanza de campesinos en Aguas Blancas. Fue Aguirre el gobernador cuando Acapulco se convirtió en la ciudad más violenta del mundo, cuando el huracán “Manuel” devastó al estado ante su incompetencia y cuando la policía estatal asesinó arteramente a dos normalistas también de Ayotiznapa en un violento desalojo de la Autopista del Sol en 2011.
Fueron el PRD y Aguirre, antes que AMLO, los que promovieron como candidato a Abarca y después lo arroparon cuando la crisis se le venía encima. Fue el PRD chuchista el que apenas el 7 de septiembre pasado registró a la esposa de Abarca, María de los Ángeles Pineda Villa, como integrante del Consejo Estatal del PRD en Guerrero, sólo unos días antes de la masacre y a más de dos años de saber su relación con los Beltrán Leyva. La llamaron la “primera trabajadora social del municipio”.

Fueron el PRD y Aguirre los que promovieron como candidato a Abarca y después lo arroparon cuando la crisis se le venía encima. (FOTOS: ESPECIAL)
 

Fue Jesús Zambrano el que ha reconocido que mantuvo una reunión con José Luis Abarca apenas el 29 de septiembre, sólo tres días después de la desaparición de los 43 normalistas, para negociar su renuncia y lo dejó escapar sin avisar a las autoridades estatales y federales.

Fue el PRD el que traicionó sus raíces de izquierda y echó por la borda la vocación social de sus inicios. Fue el PRD el que, en su avanzado proceso de descomposición, ha encumbrado y mantenido en el poder a rufianes de conocida trayectoria negra con tal de alcanzar y mantener puestos de poder. En las fosas clandestinas de Iguala también se haya el cadáver político del PRD, que a estas alturas ya no se diferencia en nada del PRI y el PAN. Secuestrado por la corriente Nueva Izquierda (“Los Chuchos”, liderada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, ahora en manos de Carlos Navarrete), el Sol Azteca se acostumbró a ser un alfil del poder de las élites, servil a los dos últimos gobiernos federales, pactando con la derecha y facilitando el periodo de reformas neoliberales más agresivo desde Carlos Salinas de Gortari. Hacía muchos años ya que el PRD se revolcaba en su mugre, pero el caso Ayotiznapa los ubicó en un nuevo nivel de infamia.  


El PRI-gobierno

Fueron las dos últimas administraciones federales (PAN y PRI) las que más han dejado que la delincuencia organizada se enquiste impunemente en las instituciones de los tres niveles de gobierno, en una macabra relación que va de la negligencia y omisión hasta la complicidad. Fue Felipe Calderón el que no supo manejar una guerra que él mismo inició. 

Fueron los órganos de seguridad e inteligencia del gobierno federal los que dejaron actuar a Abarca con total impunidad desde la época del auge y caída de los Beltrán Leyva durante el calderonato. ¿Acaso son tan incompetentes que en todos estos años nunca se dieron cuenta de que un empresario de medio pelo construyó un feudo de la mano de un cártel y luego se postuló para encabezar una alcaldía, donde siguió operando con el grupo delictivo en las narices de la PGR, el CISEN, la Policía Federal, del Ejército y de la Marina? ¿Acaso siempre supieron de esos vínculos y nunca actuaron? ¿Había complicidades?

Para el actual gobierno federal y el priismo en general es muy fácil ahora señalar culpables. Muy sencillo les ha resultado cargar culpas a miembros de otro partido, descargando todo el desprestigio mediático y cargo de responsabilidad al perredismo y a López Obrador, pero al priismo se le olvida su larga cadena de acciones y omisiones en este caso.
El líder nacional del PRI, César Camacho, acusó a AMLO de incurrir en omisión al darle apoyo político a Abarca y guardar un “sospechoso silencio”. Lo que olvida u omite decir Camacho es que de parte del gobierno federal que su partido encabeza hubo una oleada de silencio y omisión aún más monstruosa.

Fue el gobierno federal, encabezado por Enrique Peña Nieto, el que actuó con profunda torpeza y lentitud, atrayendo el caso 10 días después de la desaparición de los normalistas, perdiendo tiempo valioso para la investigación. Ha sido el gobierno federal el que después de 56 detenidos, (incluyendo a policías involucrados que dispararon contra los estudiantes y que los entregaron a Guerreros Unidos, así como al líder de este grupo), docenas de cuerpos encontrados y a más de 30 días de los hechos no ha sido capaz de establecer dónde están los normalistas.
Fue Peña Nieto el que siempre llevó una relación de terciopelo con Aguirre a pesar de sus pifias. Peña visitó Guerrero al menos 17 veces en menos de dos años y sus reuniones con Aguirre eran por todos conocidas por la gran cordialidad y simpatía que uno mostraba por el otro.



Fue Peña Nieto el que siempre llevó una relación de terciopelo con Aguirre a pesar de sus pifias. (FOTOS: ESPECIAL)


Fue el Ejército el que decidió no actuar cuando los elementos de la base militar cercana al lugar de la balacera contra los normalistas se quedaron estáticos ante los disparos que se escuchaban muy cerca aquella noche del 26 de septiembre.
Fue la policía municipal de Cocula, donde gobierna el PRI, la que colaboró con la policía de Iguala para disparar contra los normalistas, para capturarlos y entregarlos a los Guerreros Unidos.
Fue el gobierno federal peñista el que sabía muy bien de la relación de Abarca con los Beltrán Leyva al menos desde el 2013 y no hizo nada para detenerlo. Fueron la PGR, dirigida por Jesús Murillo Karam, y la Segob, a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong, las que ignoraron las denuncias contra el alcalde de Iguala por vínculos con el narco, después de que integrantes de la corriente perredista Izquierda Democrática Nacional entregaron al gobierno federal el testimonio de un sobreviviente de torturas y ejecuciones ordenadas por José Luis Abarca Velázquez.
Fue el CISEN, el aparato de inteligencia de la Segob, el que desatendió informes propios de 2013 y 2014 en los que detallaba los estrechos vínculos con grupos del crimen organizado que mantenía el alcalde. Sabían que operaban en la zona norte del estado de Guerrero, sabían que gracias a los nexos de su esposa, suegra y cuñados con el extinto Arturo Beltrán Leyva, Abarca Velázquez sirvió a este capo de lavador y prestanombres, por lo que pudo levantar en pocos años una gran fortuna.
La foto de EPN con Abarca que hoy circula en las redes sociales (y que por cierto la gran mayoría de los medios de comunicación no ha difundido), no prueba ningún vínculo por sí misma, los políticos se toman fotos con mucha gente que ni conocen todo el tiempo. Lo verdaderamente elocuente y comprometedor es la horrorosa inacción del gobierno federal aun a sabiendas de los vínculos del Abarca con el narco.

La foto de EPN con Abarca que hoy circula en las redes sociales (y que por cierto la gran mayoría de los medios de comunicación no ha difundido), no prueba ningún vínculo por sí misma. Lo verdaderamente elocuente y comprometedor es la horrorosa inacción del gobierno federal aun a sabiendas de los vínculos del ex edil con el narco. (FOTO: ESPECIAL)


Si en 2012 fue AMLO quien cometió el grave error de desestimar la acusación de un diputado perredista contra el aspirante a presidente municipal por sus nexos con el crimen organizado y no hizo nada para detener su candidatura, fueron la PGR y la Segob quienes criminalmente ignoraron investigaciones propias en 2013 que comprobaban el vínculo de Abarca con el narco y no hicieron nada para aprehenderlo y someterlo a la justicia. Hay niveles de responsabilidad que no se pueden evadir.

Aunque ahora todos jueguen a la papa caliente, ninguno de los acusantes puede alegar que no sabía del negro imperio que Abarca había formado en la ilegalidad a la vista de todos.


El Estado y el sistema

Pero esta gran maraña de corrupción, violencia e ingobernabilidad tiene su origen en un sistema. Ese sistema que crea pobreza, ese que crea desigualdad, ese que impone una brecha inmensa entre una aplastante mayoría de pobres y una ínfima minoría de ricos. Ese sistema que orilla u obliga a los más vulnerables a entregarse a las filas de la delincuencia, ese que crea rebeldes hartos de las injusticias sociales, ese que crea descontento e inestabilidad, ese que enfrenta a la sociedad contra sí misma, ese en el que los muertos, los asesinados, siempre son los más pobres, ese donde la justicia es para los que más tienen. Ese sistema es el neoliberalismo, es el capitalismo salvaje.
Porque los normalistas nos son hijos de la burguesía, son los estudiantes más humildes del país, con una formación política fincada en el socialismo marxista o en el anarquismo, con una conciencia social elevada que ya quisieran la mayoría de los universitarios de la ciudad, con muchas ganas de cambiar este negro panorama. Son los mismos estudiantes que desde la época de Díaz Ordaz han enfrentado una estrategia gubernamental que tiene el objetivo de extinguir sus escuelas. Son los incómodos, son los rebeldes. Eso no es coincidencia.
Sí, es cierto que las normales son formadoras de líderes sociales, de rebeldes, de guerrilleros, pero esos líderes sociales, esos rebeldes, esos guerrilleros no existirían si no hubiera desigualdad, pobreza y hambre, no son la causa de la injusticia sino su consecuencia, son la respuesta a un sistema que les ha dado la espalda.
Y así es como se acomodan las piezas del rompecabezas. Los Guerreros Unidos no actuaron solos. Todo responde a una larga cadena de acciones y omisiones del Estado y el sistema en el que está basado. Que no quepa duda: fue un crimen de Estado, fue un crimen del sistema.

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Las necesarias postdatas:

1.- Aún hay muchas preguntas por resolver. ¿Cuántas personas hay realmente en esas fosas que han sido descubiertas? ¿De quiénes son esos restos? ¿Cuántas fosas más hay en Iguala, en Guerrero y en el país entero? ¿De qué tamaño es este infierno? Si en verdad los restos que se han hallado no corresponden a los normalistas desaparecidos, ¿dónde están entonces? A estas alturas es muy difícil pensar que es posible encontrarlos vivos, pero la esperanza no debe perderse.
2.- Parece imposible que tras 11 fosas descubiertas (hay información  que señala que son en realidad 26 fosas si se incluyen las que han hallado las organizaciones campesinas que se han sumado a la búsqueda de los normalistas) y 56 detenidos después (incluido a los policías que dispararon contra los normalistas y que los entregaron a Guerreros Unidos, y al líder de este grupo), la PGR no sea capaz de determinar dónde están los estudiantes. De no creerse. Es obvio que apuestan al desgaste, a que el tiempo diluya el caso, a que llegue el olvido.
Las palabras del padre Solalinde retumban cada día que pasa: los estudiantes fueron masacrados y algunos de ellos quemados vivos, pero el gobierno federal oculta la verdad porque es menos escandaloso para el poder declararlos desaparecidos que reconocer su cruel asesinato.
3.- No, la renuncia de Aguirre no hará que los 43 normalistas aparezcan con vida. Su licencia no soluciona nada en realidad, para eso se requiere un cambio de base socioeconómica que no está a la vuelta de la esquina. Este abandono del cargo debe verse como un pacto entre “Los Chuchos”, la corriente más podrida del PRD, que lo respaldó a él y al alcalde de Iguala todo este tiempo.
Debe verse también como una estrategia de Los Pinos para sacarle presión a esta bomba que estaba por explotarle al usar a Aguirre como el único que reciba el golpe de culpa mediático para que se olvide la parte de responsabilidad, por acción y omisión, del gobierno federal en esta masacre.
Probablemente nunca haya justicia y Aguirre quede impune. Es cierto, su renuncia no soluciona nada, pero, carajo, qué bien se siente ver a cerdos como él salir por la puerta de atrás con la cola entre las patas.
4.- Las mismas razones por las que salió Aguirre son las mismas por las que debe salir Peña Nieto. Una cadena colosal e inexplicable de acciones y omisiones que no deben de perdonarse. Exigir la renuncia del presidente y su gabinete de seguridad es el siguiente paso. Esta exigencia no debe venir de AMLO, sino de las movilizaciones en toda la república y en el mundo para exigir justicia en el caso. Las marchas y protestas deben seguir hasta que EPN caiga.
5.- No sólo es Guerrero, también es Baja California Norte, Sinaloa, Coahuila, Veracruz, Tampico, Estado de México y Michoacán las entidades que muestran un alto grado de ingobernabilidad, violencia y corrupción coludida u omisa con el crimen organizado. La situación es crítica.
No es sólo Ayotzinapa, es la historia reciente. Es Tlatelolco, es el Halconazo, es Aguas Blancas, es Acteal, es Atenco, es San Fernando, es Villas de Salvarcar, es el Casino Royale, es la Guardería ABC, es Tlatlaya, son los feminicidos de Ciudad Juárez y los del Estado de México, es el récord de secuestros roto en el primer año de la administración de Peña Nieto, son los 120 mil homicidios en 7 años y los 30 mil desaparecidos, es la mitad de la población en la pobreza y otro 30% cerca de ella. Todo eso y mucho más. La lista de agravios es larga. El país se nos está escapando de las manos y no queremos darnos cuenta.
No podemos esperar un "cambio" en el país si no se realiza un cambio de base socioeconómica. Políticos van y vienen, pero todos, sin importar partidos, operan bajo el mismo sistema neoliberal, por eso no puede haber cambio. Cambian las caras, cambian los colores, pero no el sistema.
Ya llevamos al menos 35 años con el mismo sistema económico y sólo nos ha dejado más pobreza y desigualdad. Aún así, la postura de los gobiernos federales recientes es la de hacernos creer que toda esta desigualdad y miseria que el sistema neoliberal nos ha dejado se va a solucionar con más reformas neoliberales. Si no rompemos este esquema, el despojo, la miseria y la violencia aumentarán cada día más. Estamos advertidos.



NOTAS RELACIONADAS:


-“Me voy a dar el gusto de matarte”, testimonio contra el alcalde de Iguala: http://aristeguinoticias.com/0710/mexico/documento-me-voy-a-dar-el-gusto-de-matarte-testimonio-contra-el-alcalde-de-iguala/

-Ángel Aguirre Rivero, el señor matanzas: http://www.sinembargo.mx/07-10-2014/1136401

-AMLO defiende a Aguirre y culpa al gobierno federal: http://www.sinembargo.mx/24-09-2013/765431



-PGR y Segob ignoraron denuncias contra alcalde de Iguala por vínculos con el narco: http://www.animalpolitico.com/2014/10/gobierno-federal-ignoro-denuncias-del-propio-prd-contra-el-alcalde-de-iguala/

-Mujer prófuga es consejera en el PRD; María de los Ángeles Pineda Villa: http://www.excelsior.com.mx/nacional/2014/10/09/985868