jueves, 12 de junio de 2014

Lo que me molesta del futbol no es el futbol

Detalle de un graffiti que forma parte de las protestas contra el excesivo gasto público para el
 Mundial en Brasil. (FOTO: Especial) 

Por Gustavo Godínez
twitter: @escupeletras

Inició la Copa del Mundo 2014, los ojos del mundo entero están en Brasil. La mayoría está feliz y eufórica por este momento, pero yo no puedo dejar de sentir una molesta inconformidad ante todo lo que involucra esta celebración, la mayor del planeta en el balompié.
No me malinterpreten. Aunque sé que corro el riesgo, no quiero parecer el clásico mamón que siente una superioridad moral e intelectual por el simple hecho de que no le gusta el futbol. No. No voy por ahí. Me gusta el futbol. Mi problema con el Mundial no es el futbol; lo que me molesta del futbol no es el futbol.

Desde la infancia he sido aficionado y practicante, desde luego, amateur, de futbol. He vivido tristezas y alegrías (claro, en este país casi siempre más tristezas).
No puedo darle la espalda a un deporte que me dio buenos momentos. Y fueron varios momentos memorables, desde aquel primer gol que anoté la primera vez que jugué futbol con mis vecinos de la cuadra como a los 5 años, hasta un campeonato de goleo individual en la universidad –y no es que yo fuera un crack, pero creo que fui un buen cazagoles con un tiro certero–  en un torneo inter-licenciatura donde nuestro equipo obtuvo el subcampeonato. Íbamos invictos y fuimos a perder hasta la final. Sí, cruzazuleamos gacho.
El futbol me enseñó a trabajar en equipo, el valor del esfuerzo colectivo y las victorias compartidas. Innumerables veces vi en el estadio y en la televisión partidos que me mantuvieron expectante. No es que yo sea un fanático de esos que olvidan la vida entera para ver un juego y que no se pierden ni un Trinidad y Tobago contra Martinica (con todo respeto para estos países), pero de vez en cuando me gusta disfrutar de un buen partido, especialmente las finales de los torneros importantes.
He aprendido que los triunfos son sólo de los jugadores, por más que la afición y los poderes quieran apropiarse de ellos (unos por vacío propio o sentido de pertenencia y otros por legitimidad), así que no debería importarnos tanto lo que pase o deje de pasar, pero igual confieso que he sufrido y he gozado con el equipo local de mi ciudad, la cuna del futbol en México, así como con la llamada selección nacional y no puedo odiar al futbol.

Lo que me molesta del futbol no es el futbol, lo que me molesta es que hace mucho tiempo que el futbol dejó de ser sólo un deporte para convertirse en un súper negocio de unos pocos. Como todo lo que toca el capitalismo lo hace mierda, el futbol no iba a ser la excepción: el deporte pasa a segundo término para priorizar al dinero. Deja a la gran mayoría de las ganancias para una pequeña élite inútil mientras la mayoría trabaja duro para quedarse con poco. Ni lo que percibe el fubolista mejor pagado, aún con todos los exorbitantes salarios de esta época, puede compararse con las enormes ganancias de la élite que controla al futbol mundial.
Lo que me molesta del futbol es su manejo capitalizado, los precios altos en los boletos, las exclusividades en la TV, los bloqueos de señal, los monopolios privados, el fanatismo inducido, la corrupción y ambición de la FIFA, esa élite que secuestró al deporte y que encontró la manera perfecta de explotar esa mansa pasión de las masas. No es difícil deducir a dónde irán a parar los 4,500 millones de dólares que la FIFA tendrá de ingresos tan sólo por este Mundial.


"El delantero la pasa al neoliberal, el neoliberal se perfila, tira cañonazo y es ¡goooool del capitalismo!".
Otro detalle de los grafitis por las calles de Brasil. (FOTO: Especial)


Mi problema con el Mundial es que casi nadie hable de las protestas de afuera, de los miles de brasileños que han visto en este gran evento un desperdicio de recursos (se calcula un gasto de casi 12 mil millones de dólares) que pudieron haber sido utilizados para combatir la desigualdad que sigue siendo lastimosa y preocupante. Me molesta que a nadie le interesen los 8 obreros muertos en la apresurada construcción de los estadios, que a nadie le importen las favelas desalojadas con lujo de violencia donde se estima que 250 mil personas perdieron sus hogares y que nadie se preocupe por las tribus que fueron despojadas de sus tierras en el marco de la preparación mundialista.

Lo que me molesta del futbol es que ese equipo que llaman “selección nacional” no representa a una nación, sino a los intereses de un grupo minúsculo de empresarios que se hinchan de dinero mientras todos gritan gooool.
Lo que me molesta es que el grupúsculo culpable de la pésima actuación de la selección en la clasificación mundialista sea la misma que se va a beneficiar de las millonarias ganancias que dejará “El Tri” en sus bolsillos. Me molesta que Televisa y TV Azteca hayan logrado rescatar el botín de dejará la pasión verde gracias a un gol que Estados Unidos hizo en otro partido, por si las humillaciones venidas del norte no fueran suficientes. “You’re wellcome, México”.

Me molesta esa fidelidad a ultranza de un gran sector de la afición a la que no le importa cuántas veces le pueda decepcionar la selección nacional, siempre estará ahí para verla perder mil veces más. Me molesta que se le exija más al Tri que a un gobernador o al presidente, pero se le perdone todo fracaso para volver después a apoltronarse frente a la TV para sufrir más bofetadas como una especie de síndrome de pareja maltratada.

Lo que me enferma del Mundial no es el futbol, es la publicidad y su nacionalismo de quinta, más aún el de empresas extranjeras que se quieren hacer las muy mexicanas llamando a una identidad hueca y estéril con tal de que les compren su basura.

Lo que me molesta del futbol es que la burguesía y la cúpula en el poder lo han utilizado, para qué engañarnos, como un distractor más para que ellos continúen con su saqueo. Lo que me molesta del Mundial es que mientras la masa estará hipnotizada viendo al Tri hacer un papelón como el de siempre, en el Congreso de la Unión estarán tirando por la borda a la soberanía energética, rematando el petróleo para complacer a los intereses más mezquinos del planeta.

“El futbol es lo más importante de las cosas menos importantes”. No pude corroborar si esta frase es de Arrigo Sacchi o Jorge Valdano, creo que del segundo, pero me parece correcta. Lo que me molesta es que para muchos, como dijera uno de esos anuncios comerciales que me exasperan, el futbol no es importante, es lo único.
Lo que me molesta es ese patrioterismo barato y sin sentido de aquellos que no pueden sentir amor, cuando menos empatía, por su gente y por su tierra si no es a través de un equipo de futbol que ni siquiera les pertenece, los que no ven más allá del balón, los que actúan como si el futbol fuera lo más importante del mundo, los que respiran, beben, comen y cagan futbol, los que pierden el sentido de la realidad y las prioridades.
Lo que me molesta son los que prefieren angustiarse por un marcador que por la desigualdad social, la pobreza, el hambre y la corrupción que nos están consumiendo.   
Puedo entender que el futbol sirva como entretenimiento, como una manera de olvidar por un momento nuestros problemas, pero si tan sólo prestáramos tanta atención, preocupación y ocupación por esos mismos problemas como la que muchos le prestan al futbol, podríamos cambiar muchas cosas.
Lo que me molesta del futbol no es el futbol, lo que me molesta es que para muchos sea el único universo posible mientras el mundo real se nos cae a pedazos.

PD: Disculpen si soné amargado, pero ya me retiro a ver el futbol…

            

              
Un detalle más de los graffitis de protesta en las calles de Brasil. (FOTOS: Especial)


Brasil, como México, es un país de contrastes donde la pobreza convive de cerca con la riqueza. En la imagen, las favelas miran de lejos el portentoso estadio Maracaná, recién remodelado para el Mundial. (FOTO: Especial)



Protesta multitudinaria del 20 de junio de 2013 sobre la avenida Presidente Vargas en Río de Janeiro. (FOTO: O Globo)


Las protestas en los días previos a la inauguración y durante ella no terminaron. (FOTO: Especial)






Se estima que más de 250 mil personas han sido desalojadas de sus hogares. (FOTOS: Especial-AFP)