miércoles, 1 de enero de 2014

Las lecciones de 1994

(FOTO: ESPECIAL)



Por Gustavo Godínez
Twitter: @escupeletras 



Recuerdo muy bien el 1994. Yo era apenas un niño convirtiéndose en adolescente cuando ese año me sacudió por completo. El maravilloso mundo infantil terminó de chingadazo en esos 365 días cuando la realidad me abofeteó y me gritó en la cara: “¡hey, estás en México, así de terribles son las cosas aquí, vete acostumbrando!”.

Como dijo el periodista Juan Carlos Pérez Salazar, en México no hay años tranquilos, pero el 94 fue un año especialmente turbulento. 


Cómo dolió ese 1994, pero dejó muchas lecciones. A veces sólo así se aprende. Ya pasaron 20 años, pero las enseñanzas de aquellos 12 meses siguen hasta hoy. Recuerdo aquel 1 de enero, las primeras imágenes que vi en la televisión fueron las de un grupo de indígenas encapuchados armados con rifles tumbando las puertas de varios ayuntamientos en el estado de Chiapas. Y la cosa no era menor, aquello era una revolución. 

Después de años en las sombras de la Selva Lacandona, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) decidió con valor salir a la luz.


Desde el primer minuto de aquel primer día del año entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC o TLCAN), que en el discurso del gobierno federal, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, terminaba de marcar el ingreso de México a la modernidad, pero el levantamiento armado zapatista hizo que las miradas del país y del mundo voltearan a los problemas enraizados en un pasado lejano, la terrible discriminación, desigualdad y pobreza persistían en cada rincón del país.



Por medio de una campaña propagandística sin precedentes, Salinas de Gortari trató de quitarse la sombra del fraude electoral que lo llevó al poder. Los engañosos spots rebosaban optimismo, la falsa So-li-da-ri-dad estaba en todas partes cantada en voz de las estrellas del Canal de las Estrellas. El mensaje que quería proyectar el gobierno era claro: México era un país fuerte, equitativo, moderno, casi un paraíso. El llamado “milagro mexicano” se había consolidado. Las mentiras eran tantas que ya no cabían en la TV.

Detrás de todas esas mentiras estaba la larga noche del neoliberalismo: durante el salinato se privatizaron más del 90% de las mil 150 empresas estatales, entre ellas las que controlaban sectores estratégicos como la banca, las minas, los ferrocarriles y las telecomunicaciones. Sólo era el principio de un coctel que resultó en una gran crisis cuyos efectos aún se sufren.




Por medio de una campaña propagandística sin precedentes, Salinas de Gortari trató de quitarse la sombra del fraude electoral que lo llevó al poder. Los engañosos spots rebosaban optimismo, la falsa So-li-da-ri-dad estaba en todas partes cantada en voz de las estrellas del Canal de las Estrellas. El mensaje que quería proyectar el gobierno era claro: México era un país fuerte, equitativo, moderno, casi un paraíso. El llamado “milagro mexicano” se había consolidado. Las mentiras eran tantas que ya no cabían en la TV. (FOTOS: ESPECIAL) 



Pero el EZLN arruinó la fiesta neoliberal que parecía no tener obstáculos. Irónico fue que un grupo de indígenas encapuchados hayan desenmascarado el engaño de Salinas. Toda la fantasía escenográfica de bonanza y abundancia creada durante el sexenio se desmoronó en doce días de fuego. Y apenas era el inicio del año.



En el mundo también pasaban cosas memorables. Después de 27 años de encierro político y de ganar unas elecciones históricas, Nelson Mandela tomaba protesta como el primer presidente negro de la historia de Sudáfrica, poniendo fin a la infame era del apartheid. El racismo siempre debe ser repudiado y aplastado.


El auge mediático de la llamada Generación X comenzaba a llegar a su fin. La generación del desencanto ante la decadencia del capitalismo lloraba el suicidio de su máximo icono musical, Kurt Cobain, vocalista, guitarrista y compositor de la banda de “grunge”, Nirvana. El rock no es sólo música, es una forma de vida… y también de muerte.


También fue un año mundialista. Estados Unidos 94 regresó la gloria al futbol brasileño. En la final de un Mundial más aburrida que tenga memoria, la verde-amarela de Romario y Bebeto se imponía en penales a la Italia de Roberto Baggio. Y México, qué decir de México. La Selección Nacional, fiel a su costumbre, se quedó en octavos de final. Una vez más los malditos penales dejaron fuera al Tri. El futbol sólo es futbol.


Regresando a México, el 94 también fue un año electoral. Luis Donaldo Colosio Murrieta fue nombrado candidato del PRI a la presidencia de la república. En el histórico discurso del 6 de marzo en el Monumento a la Revolución, dijo: "Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades…”. Estas palabras marcarían un claro distanciamiento con Salinas y la política neoliberal. Unos días después estaba muerto. 

El 23 de marzo, en un mitin en la colonia popular Lomas Taurinas, en Tijuana, Baja California, mientras la canción “La Culebra”, de La Banda Machos, retumbaba en las bocinas del sonido ambiente, Colosio fue asesinado de dos disparos en medio de la multitud que lo acompañaba al término del evento. Teorías sobre el caso hubo muchas, pero ninguna satisfizo a la opinión pública, que señalaba un crimen de estado.
En medio de la polémica, el caos y el luto, Ernesto Zedillo Ponce de León, coordinador de la campaña de Colosio, fue nombrado el candidato sustituto. Increíblemente ganó. La sombra del fraude volvía a aparecer. El voto del miedo nunca debe subestimarse.


"Veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades”, dijo Colosio el 6 de marzo de 1994, días más tarde fue asesinado. (FOTOS: ESPECIAL)



Pero la sangre no terminaba de correr. José Francisco Ruiz Massieu, cuñado de Salinas y presidente del CEN del PRI, fue asesinado en septiembre. Todo señalaba a una lucha intestina entre Raúl Salinas de Gortari y los Massieu al interior del tricolor. La política al estilo priista es una guerra caníbal que busca el poder por el poder, el pueblo es lo que menos importa. 



El colmo de este año estaba por venir. Cuando parecía que el país no podía estar peor, sobrevino la crisis económica más profunda de la historia moderna de México. Días después la entrega del poder de Salinas a Zedillo el 1 de diciembre, una enorme devaluación arruinó la navidad y el año nuevo de los mexicanos. El dólar tenía un tipo de cambio de 3.4 pesos, pero conforme diciembre se diluía, la moneda nacional se desbarrancaba. Para enero de 1995, el dólar se vendía ya a 7.20 pesos y siguió devaluándose en los años siguientes hasta nuestra acostumbrada fluctuación actual entre los 13 y 12 pesos por dólar. La crisis que empezó en el error de diciembre del 94 se profundizó al año siguiente, en efecto dominó la empresas cerraban una tras otra,  el desempleo cundía en todas partes y la pobreza llegó a casi el 70% de la población. Ni las oraciones salvaban a nadie. El efecto tequila terminó con el embuste salinista del “milagro mexicano”. 

Ya no había de dónde asirse, ya no teníamos banca, ya no teníamos minas, ya no teníamos ferrocarriles, no había productividad. Salinas y Zedillo se echaban la bolita sobre la paternidad de la crisis, pero el daño de la pesadilla neoliberal salinista estaba hecho. Un sistema económico en el que la explotación y el capital están por encima del ser humano siempre traerá miseria y segregación.


Con el país en caos total, yo me quedo con el zapaitismo. La lección más importante de aquel 94 vino del sur, del corazón olvidado de la patria. Los cambios siempre vendrán desde abajo. El EZLN condenó los engaños del neoliberalismo, nos recordó que un mundo diferente a la esclavitud, exclusión y exterminio del capitalismo era posible, que es posible un mundo donde quepan muchos mundos, que si quieres quitarte la mano opresora del cuello hay que vivir con dignidad rebelde.





La lección más importante de aquel 94 vino del sur, del corazón olvidado de la patria. Los cambios siempre vendrán desde abajo. El EZLN condenó los engaños del neoliberalismo, nos recordó que un mundo diferente a la esclavitud, exclusión y exterminio del capitalismo era posible, que es posible un mundo donde quepan muchos mundos, que si quieres quitarte la mano opresora del cuello hay que vivir con dignidad rebelde. (FOTOS. ESPECIAL)