lunes, 12 de agosto de 2013

Pemex y el petróleo: presente y futuro del México libre

(FOTO: Especial)


Por Gustavo Godínez
twitter: @escupeletras


12 de agosto de 2013


El petróleo es la base y motor de la economía mundial, la clave para la independencia, pero también para el dominio de las naciones. México cuenta con importantes yacimientos petroleros que le han permitido sostener su presupuesto por años e implementar proyectos de desarrollo, pero que también lo han convertido en el objeto del deseo de potencias mundiales y corporaciones transnacionales.
El nuevo gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha abierto el debate sobre la conveniencia de aceptar inversión privada en Petróleos Mexicanos (Pemex). En su visita al Reino Unido en junio pasado, manifestó ante la comunidad internacional su intención de abrir la paraestatal más importante del país al capital privado. El 12 de agosto confirmó su ánimo al presentar su iniciativa de Reforma Energética. Las reacciones a favor y en contra no se hicieron esperar.
Peña Nieto busca convencer a los mexicanos de que abrir Pemex al dinero privado de empresas extranjeras es absolutamente necesario y lo mejor para el país, pero el punto de inflexión donde se derrumba este discurso oficial es que México sí cuenta con los recursos propios para fortalecer su industria petrolera sin la necesidad de recurrir al dinero privado. El control de la enorme riqueza que subyace en el suelo y aguas mexicanas es el centro de la discusión. La soberanía nacional está en juego, la defensa del petróleo es ahora.



De las entrañas de México para los mexicanos 


En México, el petróleo es un recurso natural no renovable propiedad de la nación, es decir, de todos los mexicanos, así lo señala el artículo 27:
“Corresponde a la nación el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental... los combustibles minerales sólidos; el petróleo... 
Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos o de minerales radioactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado y la nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva...
El dominio de la nación es inalienable e imprescriptible y la explotación, el uso o el aprovechamiento de los recursos de que se trata”.- Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El espíritu de esta líneas fue impulsado desde 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas, cuando expropió el petróleo del país [1] y expulsó a las compañías extranjeras que se volvían millonarias con el crudo extraído en México mientras el país entero veía como la riqueza de su subsuelo iba a parar a los bolsillos de unos cuantos empresarios estadounidenses. Posteriormente, en la modificación de la Ley Reglamentaria del artículo 27 Constitucional en el Ramo del Petróleo realizada en 1958 se estableció que todas las actividades de la industria petrolera sólo podían ser desarrolladas por Pemex. Así fueron eliminados los contratados con particulares. Después, en la reforma constitucional del 20 de enero de 1960 se eliminó explícitamente la utilización de contratos en la explotación de hidrocarburos para que el Estado pudiera tener la totalidad de las ganancias petroleras. Estas reformas fueron aplaudidas por el propio Cárdenas.


El presidente Lázaro Cárdenas expropió el petróleo del país en 1938. Después aplaudió las reformas que prohibieron los contratos con particulares en 1958 y 1960. (FOTOS: Especial)


La expropiación petrolera fue uno de los logros más importantes que se derivaron de la Revolución Mexicana. El artículo 27 conserva la esencia y empuje de la Constitución de 1917, donde se estableció que todas las riquezas naturales del territorio mexicano son propiedad de todos los mexicanos –no del Estado, al cual se le concede únicamente el papel de administrador de la riqueza– y ningún particular podría lucrar de manera individual o en camarilla de un bien natural que es propiedad de toda la sociedad mexicana en su conjunto. El agua, la tierra y sus minerales, el aire, el espacio aéreo y, desde 1938, el petróleo son de todos los mexicanos.
Imposible pensar en modificar o revertir esta ley que se basa en el más fundamental derecho de todos de explotar para el bien general lo que la naturaleza ofrece.
¿Es coherente que se otorgue la posibilidad legal de tener un lucro individual o en pequeños grupos del aire que todos respiran? No. Así debe verse al petróleo.



La pieza clave de la soberanía


El petróleo es la pieza clave para la sustentabilidad de México. Es un recurso imprescindible para la soberanía del país. Su importancia es medular porque garantiza no sólo la independencia en el sector energético, también porque es la base de la economía nacional. Sin petróleo no hay país.
La renta petrolera hace posible el desarrollo. Escuelas, hospitales, carreteras y demás infraestructura pública; los proyectos para el desarrollo del campo y la industria se sustentan con la ganancia que ofrece la venta interna y la exportación del petróleo.
Con todo y la corrupción y el abandono que carga a cuestas, Pemex genera casi el 40 por ciento del presupuesto total del país, 38 centavos de cada peso del gasto público de la federación vienen directamente de la paraestatal. Por sí sola abona aproximadamente el 5% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. En 2012, Pemex generó más de 125 mil millones de dólares en ingresos [2].
Pemex es la empresa número uno de México en ingresos. La suma de los ingresos de las primeras cinco empresas de la Bolsa Mexicana de Valores, América Móvil, Walmart, Femsa, CEMEX y ALFA, apenas igualan al ingreso de Pemex, pero a diferencia de estas cinco compañías privadas, donde el dinero va a parar a manos de sus dueños, la ganancias de Pemex pertenecen a todos los mexicanos.




Pemex genera casi el 40 por ciento del presupuesto total del país, 38 centavos de cada peso del gasto público de la federación vienen directamente de la paraestatal. En 2012, generó más de 125 mil millones de dólares en ingresos. Pemex es la empresa número uno de México en ingresos. La suma de los ingresos de las primeras cinco empresas de la Bolsa Mexicana de Valores, América Móvil, Walmart, Femsa, CEMEX y ALFA, apenas igualan al ingreso de Petróleos Mexicanos. (GRÁFICAS: Pemex)



El desgaste de 30 años de saqueo y abandono 


En los últimos 30 años, Pemex ha sido saqueado con vileza y hundido en el más abyecto abandono. Ha enfrentado un proceso de destrucción paulatina a la vista de todos y que ha sido encabezado por el propio gobierno mexicano. Una corrupción enquistada, saqueo masivo, pésima administración, pocas actualizaciones de sus sistemas, falta de mantenimiento y adquisición de nueva tecnología e infraestructura, especialmente en las áreas de exploración y refinación, han sido una constante en las últimas tres décadas.
Desde 1982, los gobiernos federales han aplicado una política constante para debilitar a Pemex bajo las reglas del neoliberalismo. Se ha reducido la creación de cuadros técnicos de empleados mexicanos (que entregaron resultados positivos por décadas), por lo que ha crecido la dependencia de contratación de estudios integrales en el extranjero. Poco a poco se han vendido los equipos de perforación, se disminuyeron las cuadrillas de exploración y se ha priorizado la contratación de servicios con compañías extranjeras. Se han desmantelado las industrias nacionales y se prefiere la importación de los equipos que antes se compraban a empresas mexicanas [3].

En más de 35 años no se ha construido una sola refinería en el país. Esa es la razón por la que México exporta petróleo, pero se ve obligado a importar gasolina. Parte importante de las ganancias de la venta del crudo se pierden en la compra de productos refinados que no se producen en el país simplemente porque no se ha reinvertido en el sector. Siendo un gran país exportador de petróleo, vergonzosamente tiene que importar gasolina.
Más del 49% de la gasolina que se consume en el país es importada. De 1993 a 2012, México gastó casi 36 mil millones de dólares para importar gasolina y más de 28 mil millones de dólares para importar gas natural. En contraste, hubiera costado 2 mil millones de dólares construir 4 refinerías energéticas que evitarían la importación de destilados y de mil 600 millones de pies cúbicos diarios de gas natural.



Más del 49% de la gasolina que se consume en el país es importada. De 1993 a 2012, México gastó casi 36 mil millones de dólares para importar gasolina y más de 28 mil millones de dólares para importar gas natural. En contraste, hubiera costado 2 mil millones de dólares construir 4 refinerías energéticas que evitarían la importación de destilados y de mil 600 millones de pies cúbicos diarios de gas natural. (GRÁFICAS: Pemex) 



Otro ejemplo de la mala administración de Pemex: por una inexplicable decisión del gobierno federal, desde el 2003 las refinerías del país trabajan entre un 67 y 80% de su capacidad. De ese año a la fecha, el país habría tenido ingresos extra por más de 655 millones de dólares anuales si Pemex hubiese trabajado a toda su capacidad. Simplemente con el dinero que se perdió en 2003 porque las refinerías no trabajaban al 100% se habría construido una nueva refinería [4].
Si las refinerías del país trabajaran al 100% de su capacidad, se reduciría el volumen de importación de productos procesados para consumo interno del 41.2% al 23% [5], esto, sin considerar que trabajando al máximo de capacidad (o al menos al 90%, punto óptimo de producción a nivel internacional) se conseguirían los recursos para construir más plantas refinadoras, por lo que la dependencia de importación de combustibles refinados se eliminaría totalmente en pocos años.
Todas las compañías petroleras del mundo procuran operar sus refinerías al máximo de su capacidad si cuentan con la materia prima y el mercado suficiente. Pemex es la única que teniendo suficiente materia prima (crudo exportable) y suficiente mercado (importación o maquila de crudo e internación de productos al país), no aprovecha la totalidad de su capacidad de refinación. ¿Por qué esta decisión tan errada?
Pemex podría satisfacer el 100% de la demanda nacional de combustibles si ampliara su capacidad de refinación, así se dejaría de importar gas y gasolina y habría suficiente crudo para vender al extranjero. Para la construcción de refinerías energéticas se requieren 510.7 millones de dólares para cada una de las cuatro necesarias, es decir mil 532.2 millones de dólares, incluidos tres trenes, adicionalmente se requieren 887.3 millones de dólares para una refinería energética-petroquímica, lo que da un total de 2 mil 419.6 millones de dólares. Los recursos necesarios pueden financiarse sin inversión extra, sólo con los ingresos adicionales que se obtendrían al dejar de suboperar las refinerías existentes y trabajar al 100% de capacidad [6]. Además cada refinería nueva puede recuperar su inversión en tan sólo cuatro años.

El gobierno mexicano ha alegado que la refinación no es tan importante como la extracción, porque la venta de crudo genera un mayor margen de ganancia, pero se les olvida que la refinación es parte de la cadena productiva petrolera y punto medular para la independencia energética al eliminar las importaciones de combustibles, lo que conlleva el ahorro de miles de millones de dólares anuales. Mientras que Japón, que extrae menos de 132 mil barriles de petróleo por día, cuenta con 31 refinerías; México, con una producción diaria mayor a 2.5 millones de barriles diarios, sólo cuenta con seis refinerías [7]. En más de 80 años, los gobiernos del PRI y el PAN sólo han sido capaces de construir seis plantas refinadoras.
Mientras que en Venezuela se pueden comprar más de 40 litros de gasolina con menos del equivalente a 10 pesos mexicanos, en nuestro país tan sólo un litro de gasolina ya ronda los 12 pesos.

Expertos en el tema petrolero como José Felipe Ocampo Torrea, ingeniero químico por la UNAM que laboró 32 años en Pemex y fue subdirector de Tecnologías de Refinación y Petroquímica en el Instituto Mexicano del Petróleo [8]; y Esteban Garaiz Izarra, miembro del Comité Ciudadano que organizó la consulta sobre la Reforma Energética en 2008 [9]; han insistido que la inversión privada en Pemex es inconveniente para el país e innecesaria económicamente, pues Pemex es capaz de generar los recursos para fortalecer su infraestructura y dejar de importar gasolinas. Ambos coinciden en que el mismo gobierno mexicano ha sumergido a la paraestatal en un esquema de subproducción y ha bloqueado la reinversión con recursos propios, por lo que la importación de productos refinados se ha disparado y la empresa se ha estancado.  

Durante los últimos 15 años se ha perdido la oportunidad de aprovechar la ganancia que se generó con los precios históricos del petróleo por no contar con la infraestructura suficiente para refinar los combustibles de consumo interno y tener siempre la necesidad de importar a empresas estadounidenses a un sobreprecio.
Si se contara con las refinerías suficientes se generaría empleo y se lograría una independencia energética al ahorrar en la importación de combustible, pero los gobiernos mexicanos han tenido una corta visión y han cedido a la presión de las organizaciones internacionales que privilegian a las grandes empresas sobre la soberanía de las naciones y el bien de sus pueblos.

Llama la atención la dilación de la refinería Bicentenario [10]. Uno de los proyectos insignia de la administración de Felipe Calderón y el primer gran proyecto de Pemex en tres décadas está prácticamente en el olvido.
Cuando Miguel Ángel Osorio Chong era gobernador de Hidalgo (2005-2011) fue el más férreo competidor por la sede de la nueva planta. En 2009 Pemex abrió la competencia entre los estados de Veracruz, Guanajuato e Hidalgo por ganar el asiento para la nueva refinería. Ese año, el mandatario estatal solicitó un endeudamiento por mil 500 millones de pesos para la entidad con el objetivo de comprar los terrenos donde se instalaría la planta a ejidatarios de la zona Tula-Tepeji. Después de un largo y tortuoso proceso de selección entre varios polígonos de los tres estados, Pemex eligió al predio adquirido en Hidalgo para ser la sede de la refinería por considerarlo el más viable, pero el proyecto ha tenido una serie de retrasos que en su momento el mismo Osorio Chong echó en cara airadamente y en repetidas ocasiones a la administración calderonista [11].
Hoy, como secretario de Gobernación, Osorio Chong no se ha pronunciado sobre el proyecto. El presidente Enrique Peña Nieto ha hablado muy poco, casi nada, sobre la refinería Bicentenario. Pemex insiste que el proyecto va en tiempo y forma, pero en el predio elegido no hay señales de avance. Una refinería puede entrar en operación a los cinco años de haberse tomado la decisión de construirla (en ese lapso se puede terminar sin problemas la planificación y construcción), sin embargo, a casi cuatro años de la entrega oficial del terreno a la paraestatal por parte del gobierno hidalguense, la construcción ni siquiera ha iniciado. La Bicentenario, que se manejó en un principio como un plan prioritario, hoy está paralizada. ¿Por qué detener un proyecto que se consideraba urgente?

Ocampo Torrea ha señalado también irregularidades en el sector eléctrico que han provocado despilfarro e ineficiencia que repercuten en el sector petrolero. Dijo que en 2004 las plantas termoeléctricas se encontraban subutilizadas, operando sólo al 53% de su capacidad, a pesar de que el uso de combustóleo produce energía eléctrica más barata que el gas natural en ciclo combinado. Tan sólo en el año 2004 se pudieron ahorrar, con el uso de combustóleo, 255 millones de dólares sin inversión. Consideró que las reformas a las leyes reglamentarias del artículo 27, han resultado en la destrucción de la industria petroquímica y propiciado una peligrosa dependencia al gas natural importado para la generación eléctrica.

En 2008, la doctora en geología María Fernanda Campa Uranga, experta en el tema petrolero, denunció la terrible corrupción, abandono y desmantelamiento que el gobierno mexicano ha ejercido sobre Pemex. Durante los foros de discusión organizados por el Senado de la República con motivo de la Reforma Energética presentada por el presidente Felipe Calderón Hinojosa, Campa habló fuerte y ‘sin pelos en la lengua’ frente a los legisladores.
“La exploración perforatoria ha sido desmembrada silenciosamente en Pemex desde hace 30 años, lapso durante el cual se canceló la perforación por administración directa hasta llegar a los ilegales contratos de servicios múltiples vigentes promovidos por Calderón y sus socios en la Secretaría de Energía... Pemex ha sido desmembrado y convertido en un mostrador de administración de contratos a particulares vacío de proyectos exploratorios propios” [12], acusó la geóloga.
“Uno se entera de la pobreza de la exploración en los últimos lustros... nos preguntamos desde cuándo se abandonó la tecnología y metodología propia que fue tan eficiente antes del desmantelamiento de Pemex”, refirió.
Alertó que durante el sexenio de Felipe Calderón ya se habían entregado contratos ilegales a empresas extranjeras: “en la memoria de labores de marzo de 2008 se habla por ejemplo de un número indeterminado de ‘convenios no comerciales’ de colaboración con seis empresas petroleras trasnacionales, tres de los cuales se firmaron en julio del 2007 con British Petroleum y una con la Chevron para explorar aguas profundas del Golfo de México, quiero decir que nosotros estamos debatiendo aquí pero el gobierno ya está otorgando contratos anticonstitucionales e ilegales y parece que a nadie le importa”.
Entonces, Campa también denunció la red de corrupción y las argucias legales que los gobiernos del PAN aplicaron para entregar contratos inconstitucionales a empresas privadas en la explotación de combustibles. Recordó que desde el 2006, la reforma a la Ley Minera otorgó al Servicio Geológico Mexicano (SGM) las asignaciones de fondos mineros para buscar gas con el objetivo de darle vuelta a Pemex y al artículo 27 en cuestión de hidrocarburos.
Acusó a Adrián Lajous Vargas, ex director de Pemex; y a Francisco Barnés Castro, ex director del Instituto Mexicano del Petróleo, de tener intereses personales para impulsar la privatización y así favorecer a empresas trasnacionales en las que tienen inversiones. Detalló que Lajous Vargas es funcionario y accionista de la empresa transnacional Schlumberger y que Barnés Castro es asesor de Dupont. Acotó que la empresa Comesa, filial de Pemex, trabajaba con Schlumberger en una proporción 60-40% de inversión para perforación, pero que ha recibido valiosos contratos sin la licitación pública de ley y que muchos de ellos no tuvieron éxito, como el caso de Chicontepec, que representó grandes pérdidas para Pemex.




El acto más reciente de desmantelamiento de Pemex ocurrió apenas el 30 de julio de este 2013, con la desincorporación del complejo petroquímico Pajaritos, en Veracruz, para la empresa Mexichem [13], propiedad de Antonio del Valle Ruiz, quien fuera expulsado de la banca con las estatización de los 80, pero que posteriormente hiciera fortunas millonarias desde los 90 gracias a las condiciones que el Estado mexicano ha propiciado para la extracción de minerales a las empresas privadas. Con ventas superiores a 70 mil millones de pesos y presencia en más de 30 países [14], Mexichem ahora tiene la oportunidad de monopolizar la producción de etileno, ácido muriático, ácido clorhídrico y, lo más lucrativo, cloruro de vinilo, un compuesto utilizado en la fabricación de PVC. A pesar de que el gobierno federal había insistido en que “no se venderá un tornillo” de Pemex, Del Valle ya cuenta con el 60% de las acciones y de la capacidad de decisión sobre cualquier acción del complejo [15].

En Pemex, la corrupción ha sido la moneda de cambio por décadas. Sus altos funcionarios y líderes sindicales han hecho de la paraestatal su fuente de fortunas millonarias, robando con toda impunidad la riqueza que genera la empresa.
Casos de corrupción sobran. Ahí está el famoso Pemexgate [16], en el que mil 100 millones de pesos de fondos provenientes del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) fueron indiscriminadamente utilizados para apoyar la campaña presidencial del priista Francisco Labastida Ochoa en 2000. En este caso, el actual senador por el PRI y líder del STPRM, Carlos Romero Deschamps, jugó un papel clave en los desvíos, pero nunca se ejerció acción penal alguna en su contra, por el contrario, su partido lo premió con una curul vía plurinominal en la Cámara Alta para el periodo 2012-2018.
Pero el Pemexgate sólo es uno de los desfalcos que ha protagonizado Romero Deschamps, se ha documentado que el líder petrolero ha estado involucrado en al menos una docena de casos de corrupción que se han traducido en desvíos que se estiman en más de 100 millones de dólares [17].
El dirigente petrolero es conocido por llevar una vida de excesos que simplemente no puede ser pagada con su ingreso oficial. Los autos de lujo y sus mansiones son su sello. Sus hijos viven como reyes: en 2013 fueron puestos al descubierto los numerosos viajes al extranjero que su hija Paulina realizaba en aviones privados, visitando lugares de Europa y Asia [18].
También se reveló que su hijo José Carlos Romero posee un Ferrari Enzo (con un costo de 2 millones de dólares) y un Lamborghini Aventador (con un costo de 508 mil dólares, unos 6.2 millones de pesos) que estaciona en sus dos departamentos en Miami con un costo de 7.5 millones de dólares [19].


En Pemex, la corrupción ha sido la moneda de cambio por décadas. Sus altos funcionarios y líderes sindicales han hecho de la paraestatal su fuente de fortunas millonarias, robando con toda impunidad la riqueza que genera la empresa. El actual senador por el PRI y líder del STPRM, Carlos Romero Deschamps, es conocido por llevar una vida de excesos que simplemente no puede ser pagada con su ingreso oficial. Ha sido protagonista de casos de corrupción como el Pemexgate, en el que mil 100 millones de pesos de fondos provenientes del Sindicato Petrolero fueron usados en la campaña presidencial de Francisco Labastida. También ha estado involucrado en al menos una docena de casos de corrupción que se han traducido en desvíos que se estiman en más de 100 millones de dólares. (FOTOS: Especial)


Otros de los casos de corrupción más sonados es el de los contratos de transportación que el fallecido ex secretario de Gobernación durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, Juan Camilo Muriño, otorgó en adjudicación directa para beneficiar a su empresa familiar con base en España [20].  
Estos episodios son sólo la punta de un iceberg inmenso, de lo poco que sale a la luz pública. Pemex sufre una red de corrupción interna que se traduce en pérdidas y desvíos simplemente incuantificables, pero que se cifran en miles de millones de pesos que deberían ser invertidos en el desarrollo de la empresa o en la mejora del nivel de vida de la población, pero que terminan en los bolsillos de altos funcionarios, empresarios y líderes charros.

Los partidarios de la apertura de Pemex a empresas particulares hablan mucho de “modernización” y de “participación de capital privado”, pero muy pocas veces hablan de limpiar la corrupción al interior de la paraestatal, mejorar su administración y rediseñar los esquemas de inversión propia. Es posible consolidar a Pemex como una empresa pública eficiente sin la ayuda de capital privado. No es que Pemex no genere ganancias, al contrario; el problema es que no se ha administrado eficientemente, se ha sofocado, desmantelado y se ha privilegiado la entrega de contratos y desincorporaciones a manos privadas.



Un disfraz para la privatización


El gobierno de Enrique Peña Nieto y la mayoría de los medios de comunicación en México usan una estrategia discursiva para disfrazar la intención de privatizar Pemex con el objetivo de que su propuesta sea bien vista por el grueso de la sociedad.
Los partidarios de la apertura de la paraestatal al capital privado usan eufemismos como “modernización”, “competitividad”, “actualización” o “contratación”, pero en el momento en que dinero privado es inyectado a las actividades de una paraestatal se convierte en privatización, aunque sea parcial, y así debe llamársele.
Niegan una y otra vez que se trate de una privatización, evaden el término y prefieren el uso de frases de justificación como “hacer más eficiente a la empresa”, “en busca del progreso”, “dejar a un lado esquemas del pasado” o “romper viejos paradigmas”, pero la intención es clara: modificar la Constitución para abrir Pemex a las manos privadas del extranjero.
En sus declaraciones navegan entre la vaguedad y la indefinición para ocultar lo obvio: los inversionistas siempre tendrán una ganancia directa de la empresa donde depositaron su inversión y no se van a conformar con poco.
“Debemos explorar los mecanismos que hagan posible ampliar la capacidad productiva de Pemex a través de la participación del sector privado”, dijo Peña Nieto durante su visita al Reino Unido en junio de este 2013. Parece como si hubiera ido al extranjero sólo para avisar que estuvieran preparados y que la privatización se daría pronto.
“Aquí quiero dejarlo claramente señalado y subrayado: no se trata de privatizar. Algunos han creído que la participación del sector privado es privatizar. Al contrario. Una y otra vez he insistido y he declarado: el Estado seguirá siendo propietario, dueño de los hidrocarburos del país, dueño del petróleo, pero necesitamos ampliar su capacidad”, expresó el mandatario en el último día de su gira en Londres [21].

El 12 de agosto de 2013, el presidente Enrique Peña Nieto confirmó su ánimo privatizador y presentó su propuesta de Reforma Energética [22], cuyo objetivo principal es la modificación del artículo 27 Constitucional para eliminar la restricción incorporada en 1960, que impide al Estado la utilización de contratos con empresas privadas en sus actividades petroleras. Ahí está la clave.
La modificación propuesta por Peña y el PRI abriría la puerta para imponer los llamadosContratos de utilidad compartida”, que celebraría el Gobierno de la República con Pemex y/o particulares, para exploración y extracción, así como los llamados “Permisos” del gobierno de la República con Pemex y particulares para la refinación, petroquímica, transporte y almacenamiento [23].
Al presentar su iniciativa, Enrique Peña argumentó que el texto presentado rescataba “palabra por palabra” las reformas realizadas por Lázaro Cárdenas en 1938 y 1940, donde originalmente no se prohibía la celebración de contratos con particulares. Sin embargo, la posibilidad de contratos se cerró con la reforma de 1960, modelo nacional que funcionó con éxito hasta que en la era neoliberal se comenzó a desmantelar a Pemex. Escudado en un falso cardenismo, el presidente Peña busca convencer al pueblo mexicano que regresar a la era de las compañías privadas extranjeras para explotar el petróleo es lo mejor para el país. Promete ampliar las utilidades de la paraestatal y bajar el costo de los combustibles al interior del país, pero no presenta cifras, estadísticas o detalles sobre los términos en los que se celebrarían los contratos con las empresas privadas.
La iniciativa peñista utiliza un juego retórico de doble filo: promete conservar la propiedad y rectoría del petróleo para el Estado, pero le da manga ancha para celebrar todo tipo de contratos con particulares en la exploración, extracción, refinación, petroquímica, transporte y almacenamiento sin ninguna restricción.



La iniciativa de Reforma Energética del gobierno federal fue presentada por Enrique Peña Nieto el 12 de agosto de 2013. En ella se utiliza un juego retórico de doble filo: promete conservar la propiedad y rectoría del petróleo para el Estado, pero le da manga ancha para celebrar todo tipo de contratos con particulares en la exploración, extracción, refinación, petroquímica, transporte y almacenamiento sin ninguna restricción. (FOTOS: Especial)



Si bien en la reforma propuesta se establece que el Estado sigue siendo dueño del petróleo y prohíbe las concesiones, abre el paso a los “contratos de utilidad compartida” y “permisos de gobierno”, que se concederían a particulares a través de la Ley Reglamentaria. En el párrafo sexto de la reforma al artículo 27 constitucional se propone:
“… Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos
o gaseosos no se expedirán concesiones y la Ley Reglamentaria respectiva
determinará la forma en que la Nación llevará a cabo las explotaciones de
esos productos...”. 
En otras palabras, se elimina la restricción y se prepara el terreno para los contratos destinados a las empresas privadas.
¿De qué sirve que se establezca que la propiedad del petróleo seguirá en manos del Estado si se otorga una buena parte de las ganancias a empresas privadas? Con esta propuesta se privatizarían las funciones de Pemex y la ganancia de la venta de petróleo.
Desde el mismo día de la presentación de la reforma peñista, expertos alertaron sobre sus riesgos. La idea central de los contratos de utilidad compartida es que Pemex podrá fungir como socio en la extracción de petróleo, por ejemplo, o sólo como contratante de un servicio a empresas privadas. Las utilidades del proyecto se repartirán entre todos, según la doctora Miriam Grunstein, especialista en temas energéticos y catedrática del Centro de Investigación y Docencia Económicas AC (CIDE) [24].
El porcentaje de la división de utilidades dependerá del contrato que se firme y sucederá “pagando a la empresa contratada la recuperación de costos y un porcentaje de las utilidades generadas por la venta del crudo”, dijo la especialista.
A pesar de lo expuesto por Peña Nieto, la investigadora del CIDE aseguró que sí se compartirá la renta petrolera, ya que las utilidades se reparten entre el Estado y el contratista y usualmente para que el trato sea rentable para las empresas privadas se les permite comprar o absorber parte de la producción.
El peligro de estos contratos es enorme, pues la renta petrolera podría perderse ante la voracidad de las empresas privadas. Es indiscutible que las compañías que aportarían el capital de inversión en Pemex querrán forzosamente una ganancia directa de la renta petrolera, eso es privatizar, aunque quieran disfrazarlo de mil maneras. Las empresas privadas tendrían jugosos dividendos sobre un recurso que no les pertenece, que es público, de todos los mexicanos.



 La mentira detrás de las transnacionales


Existe una idea que juega un papel fundamental en el convencimiento de la apertura de Pemex al sector privado: ‘México no es capaz de fortalecer su industria petrolera por sí mismo, no tiene los recursos, y por eso debe recurrir a empresas privadas extranjeras’. Mentira.
El país sí cuenta el dinero necesario para que Pemex se fortalezca y adquiera la tecnología más avanzada, para mejorar su infraestructura, para dejar de importar gasolina y abaratar su precio al interior del país, para incrementar su capacidad de exploración, extracción, refinación y exportación, todo ello sin recurrir a la inversión privada.

Los gobiernos del PRI y el PAN han desgastado a Pemex para tratar de convencer a la sociedad de que es una empresa que ya no funciona, que se le está perdiendo y que es mejor deshacerse de ella. Esa ha sido la idea básica de los gobiernos de Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y ahora Peña.
El gobierno federal usa un doble discurso: mientras que al interior del país se bombardea a la sociedad con noticias y declaraciones alegando que la empresa se ha convertido en un problema y que ya genera pérdidas [25], a las compañías privadas que serían potenciales inversionistas se les muestra una empresa con un enorme potencial de crecimiento económico y altamente eficiente [26].

Es falso que Pemex no genere ganancias o sea una empresa ineficiente: hoy la paraestatal está entre las 6 empresas petroleras más rentables del mundo, con ingresos por más de 125 mil millones de dólares anuales. Petróleos Mexicanos es la empresa número 34 del mundo, la 13 de América, la 2 de Latinoamérica y la 1 de México en ingresos. Aun con su enorme carga fiscal, el saqueo y el abandono que sufre, la paraestatal compite en rentabilidad y eficiencia con Exxon, Royal Dutch Shell, Statoil, British Petroleum, Chevron y Petrobras. Es la primera empresa petrolera en el mundo en margen antes de impuestos, la primera en margen de operación y la segunda en margen bruto [27].





Es falso que Pemex no genere ganancias o sea una empresa ineficiente: hoy la paraestatal está entre las 6 empresas petroleras más rentables del mundo, con ingresos por más de 125 mil millones de dólares anuales. Petróleos Mexicanos es la empresa número 34 del mundo, la 13 de América, la 2 de Latinoamérica y la 1 de México en ingresos. Aun con su enorme carga fiscal, el saqueo y el abandono que sufre, la paraestatal compite en rentabilidad y eficiencia con Exxon, Royal Dutch Shell, Statoil, British Petroleum, Chevron y Petrobras. Es la primera empresa petrolera en el mundo en margen antes de impuestos, la primera en margen de operación y la segunda en margen bruto. (GRÁFICAS: Pemex)


Durante el año pasado, Pemex se ubicó como una de las empresas petroleras con los costos de exploración y producción más competitivos de la industria a nivel global. Los costos de producción de Pemex en 2012 se ubicaron en alrededor de 6.12 dólares por barril, por debajo de lo que invierten muchas empresas privadas y públicas en el mundo como Total (6.57 dólares), Statoil (7.19), Exxon (9.45), Conoco (9.70), British Petroleum (10.08), Eni (10.86), Shell (11.0), Petrobras (12.89) y Chevron (13.98 dólares por barril). Los costos de exploración y desarrollo se ubicaron en 16.13 dólares por barril, contra los 18.71 dólares de la italiana Eni, la privada estadunidense Chevron (21.47) y la estatal noruega Statoil, con 27.99 dólares por barril [28].
Tan sólo en el primer semestre del 2013, Pemex registró un superávit de 10 mil 349 millones de dólares, en flujo de efectivo, en su balanza comercial de petróleo crudo, petrolíferos, petroquímicos y gas natural [29].



Durante el 2012, Pemex se ubicó como una de las empresas petroleras con los costos de exploración y producción más competitivos de la industria a nivel global. Los costos de producción de Pemex en 2012 se ubicaron en alrededor de 6.12 dólares por barril, por debajo de lo que invierten muchas empresas privadas y públicas en el mundo como Total (6.57 dólares), Statoil (7.19), Exxon (9.45), Conoco (9.70), British Petroleum (10.08), Eni (10.86), Shell (11.0) y con Petrobras (12.89) con todo y su inversión privada. (GRÁFICA: Pemex)


Resulta plausible que la paraestatal pueda arrojar tan buenas cifras aun con la carga de tantas problemáticas e irregularidades en su operación. La buena noticia es que todas estas problemáticas pueden solucionarse con ajustes presupuestales, planes de reinversión y saneamiento de la empresa, sin la necesidad de recurrir a la iniciativa privada.

Pemex está sometido a un peso fiscal que no le permite invertir en la mejora de sus sistemas y en la exploración de nuevos yacimientos. La paraestatal paga el 67.4% de sus ventas totales en impuestos [30]. Es la tasa más alta del mundo. Ni siquiera los países que han logrado un gran desarrollo como producto de su renta petrolera imponen una carga fiscal tan elevada a su empresa nacional de petróleo. Venezuela tiene un impuesto petrolero del 39.9%, Noruega del 19% y Colombia del 11%. Una equilibrada redefinición de la carga fiscal de Pemex le permitiría disponer de mayores recursos para fortalecerse por sí misma sin desestabilizar el presupuesto nacional.

México debe acabar con los privilegios fiscales de las grandes empresas para redistribuir la riqueza y reasignar recursos a todos los sectores, especialmente al petrolero para multiplicar la renta.
Mientras la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) cobra a Pemex un alto porcentaje de impuestos, ha devuelto la exorbitante cantidad de un billón 641 mil 400 millones de pesos de impuestos a un reducido grupo de grandes empresas privadas en el periodo 2000-2011 [31]. Con esa colosal e impresionante cifra pudieron haberse construido, por ejemplo, 111 refinerías, aunque sólo se necesiten de cuatro a seis.
En 2007, las 22 grandes firmas que operan en el país obtuvieron ingresos por más de un billón 600 mil millones de pesos, pero sólo destinaron el 4.4% a impuestos gracias a las facilidades que ofrece Hacienda. En 2012, mientras que la petrolera mexicana pagó 67.4% de sus ingresos en impuestos, América Móvil, de Carlos Slim Helú, pagó 6%; Fomento Económico Mexicano, 3.3% y Walmart de México, 2.3 por ciento [32].
Unos de los casos más recientes de condonaciones multimillonarias por parte de Hacienda ocurrió con Televisa, empresa a la que perdonó el cobro de 3 mil 334 millones de pesos de adeudo de un crédito fiscal [33]. La televisora de Emilio Azcárraga Jean utilizó un recurso legal que le permitió solicitar un préstamo millonario para luego no devolverlo. Sangró al erario miles de millones sólo porque la ley lo permite.
Estos son sólo algunos de los casos en los que las grandes empresas se salen con la suya y se embolsan miles de millones en evasión de impuestos porque las leyes fiscales así lo toleran. Urge cambiar ese esquema.


Mientras Hacienda cobra a Pemex el 67.4% de sus ventas totales de impuestos, ha devuelto la exorbitante cantidad de un billón 641 mil 400 millones de pesos de impuestos a un reducido grupo de grandes empresas privadas en el periodo 2000-2011. Con esa colosal e impresionante cifra pudieron haberse construido, por ejemplo, 111 refinerías, aunque sólo se necesiten de cuatro a seis. Tan solo en 2017, las 22 grandes firmas que operan en el país obtuvieron ingresos por más de un billón 600 mil millones de pesos, pero sólo destinaron el 4.4% a impuestos gracias a las facilidades que ofrece la SHCP. Este esquema debe cambiar. (FOTO: Getty Image)


Hacienda prefiere la exportación de crudo porque recibe de manera directa el dinero de las ventas de Pemex. La SHCP usa de manera discrecional no sólo los recursos presupuestados de las ventas de crudo, también los excedentes petroleros que casi siempre se producen. Los excedentes son uno de los recursos que se pueden utilizar para el fortalecimiento del sector petrolero. Por ejemplo, si la Cámara de Diputados calcula en el presupuesto anual un precio a la baja de 70 dólares por barril, pero en la realidad se vende en 80 dólares en promedio, habría diez dólares de excedente por barril. En este escenario (aunque conservador, porque el precio actual del barril asciende en promedio a 100 dólares), con la venta de 2.5 millones de barriles diarios se generarían aproximadamente 25 millones de dólares diarios, casi 10 mil millones de dólares anuales, de excedente que no estaban contemplados en el presupuesto, por lo que una parte se podría destinar a la reinversión en el sector sin desestabilizar el gasto público.

El país cuenta con más de 163 mil millones de dólares en las reservas del Banco de México [34], cantidad mayor a la reserva con la que cuentan hoy muchas potencias mundiales, incluyendo a Estados Unidos. Parte de ese dinero puede utilizarse para fortalecer a Pemex sin poner en riesgo la economía nacional y sin desfondar la reserva.

Como ya se refirió, es necesaria una limpieza profunda de la corrupción al interior de la paraestatal, es incuantificable el dinero perdido por los desfalcos, pero se puede medir en miles de millones de pesos que deben de quedarse para la mejora de la empresa o la inversión pública.

Si se siguen estas estrategias se podría financiar sin problemas el fortalecimiento de la infraestructura y así aumentar notablemente la capacidad de exploración, extracción y refinación sin recurrir a la inversión privada. Y si la renta petrolera aumenta, es posible que el costo al público de las gasolinas disminuya al interior del país. Con un aumento de la renta petrolera también se podrían disponer de más recursos para el presupuesto nacional. Dinero hay, sólo hay que saber invertirlo.

Pemex estima que se requieren 120 mil millones de dólares para producir un millón de barriles diarios de petróleo en aguas profundas del Golfo de México en los siguientes 15 años [35]. Esta cantidad, aunque enorme, es menor a la suma de los impuestos perdonados por Hacienda durante los dos sexenios panistas a las grandes empresas privadas que operan en México. Además, la cantidad estimada para llevar a cabo tal extracción profunda pudiera ser mucho menor porque está calculada tomando en cuenta los criterios especulativos de EU.

Otro de los mitos recurrentes es que Pemex no tiene experiencia en aguas profundas, lo cual es falso. Desde 2004 se han excavado al menos seis pozos en aguas profundas del Golfo De México con honduras de entre 500 y mil metros, pero ninguno de ellos ha sido desarrollado, por lo que en ninguno había producción hasta 2008 [36]. ¿Por qué detener proyectos extractivos que tienen reservas comprobadas como producto de una exitosa excavación en aguas profundas?

Es cierto que México no cuenta con la tecnología para poner a Pemex a la vanguardia en todos sus sectores, pero para ello se podría solicitar una transferencia de tecnología a un costo relativamente bajo sin abrir la paraestatal al capital privado y conservando el 100% del control del petróleo.



El mapa mundial: no van por Pemex, van por el petróleo


La discusión sobre la aceptación de recursos privados en Pemex no sólo debe de verse desde un contexto local, también desde el panorama internacional. El tablero de juego es el mundo. Más que estar interesados en Pemex como empresa, las corporativos extranjeros tienen la mira puesta el control del petróleo mexicano. Como recurso estratégico, el petróleo juega un papel protagónico para sostener el poderío de las empresas transnacionales y las grandes potencias mundiales.

En 2007, Pemex produjo 3.1 millones de barriles diarios. Durante el primer mes del 2013, obtuvo de sus campos terrestres y marinos un promedio de producción de petróleo crudo de 2 millones 562 mil barriles por día, volumen 1.6% mayor al obtenido en enero de 2012 [37]. Es decir, en la actualidad la paraestatal es capaz de producir sin problemas entre 2.5 y 3 millones de barriles de petróleo crudo al día.
Pemex es el cuarto productor de crudo en el mundo y está evaluada como la décimo primer compañía integrada a nivel mundial. Es la empresa petrolera número 13 en el mundo en reservas de crudo y la 14 en ingresos anuales, una posición privilegiada considerando que hay más de 200 empresas petroleras en el mundo y el crecimiento orgánico de la empresa. También ostenta el tercer puesto en exportaciones a EU [38].
Pemex ha estimado que de un total de 54 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente de recursos prospectivos (potenciales) que tiene el país, el 55% o cerca de 30 mil millones de barriles de crudo equivalente, se localizan en aguas profundas [39].
Ése es el enorme valor que tiene el petróleo mexicano. Cifras impactantes que vuelven a Pemex un claro objetivo de las potencias extranjeras y las compañías transnacionales.
Hay que enfatizar que la valía del oro negro mexicano podría ser aún mucho mayor si se descubren nuevos yacimientos. Además, las reservas comprobadas aumentarán su valor en unos cuantos lustros, cuando comience a escasear el recurso a nivel mundial [40]. Error mayúsculo sería dejar que manos privadas se apoderen de esta gran riqueza cuyo valor tiende al alza por su inminente situación de escasez internacional. Entregar hoy el control del petróleo a compañías privadas sería vender muy barato un recurso que será muy caro en un futuro cercano.



Pemex es el cuarto productor de crudo en el mundo y está evaluada como la décimo primer compañía integrada a nivel mundial. Es la empresa petrolera número 13 en el mundo en reservas de crudo y la 14 en ingresos anuales, una posición privilegiada considerando que hay más de 200 empresas petroleras en el mundo y el crecimiento orgánico de la empresa. Además, las reservas comprobadas aumentarán su valor en unos cuantos lustros, cuando comience a escasear el recurso a nivel mundial. Error mayúsculo sería dejar que manos privadas se apoderen de esta gran riqueza cuyo valor tiende al alza por su inminente situación de escasez internacional. Entregar hoy el control del petróleo a compañías privadas sería vender muy barato un recurso que será muy caro en un futuro cercano. (GRÁFICA: Pemex)


Para su transporte y producción industrial diaria internos, México consume en promedio 1.9 millones de barriles de petróleo al día, mientras que Estados Unidos necesita de más de 20 millones de barriles diarios para sostenerse [41]. Pemex le vende a EU más de un millón de barriles diarios [42].




Para su transporte y producción industrial diaria internos, México consume en promedio 1.9 millones de barriles de petróleo al día, mientras que Estados Unidos necesita de más de 20 millones de barriles diarios para sostenerse. (GRÁFICA: CIA-World Factbook 2007) 



Nuestros vecinos del norte han multiplicado exponencialmente su necesidad energética en las últimas décadas, hoy consumen más de una cuarta parte de todo el petróleo del mundo. De 1999 a 2002, EU quintuplicó su consumo de petróleo hasta llegar a 22 millones de barriles diarios, de los cuales necesita importar más de 12 millones. Además, se estima que sus reservas petroleras tienen una vida menor a 15 años, por lo que es prioritario para ellos expandir el control del petróleo fuera de sus fronteras [43].
Para el 2025 se calcula que EU consuma 30 millones de barriles diarios, para lo cual tendrá que importar más de 20 millones de barriles; su dependencia del petróleo importado pasará del 55% al 70% [44].




EU ha multiplicado exponencialmente su necesidad energética en las últimas décadas, hoy consumen más de una cuarta parte de todo el petróleo del mundo. De 1999 a 2002, EU quintuplicó su consumo de petróleo hasta llegar a 22 millones de barriles diarios, de los cuales necesita importar más de 12 millones. Pemex le vende a EU más de un millón de barriles diarios. (GRÁFICAS: Especial y NGOILGAS.COM)


¿Quién depende más del petróleo para mantener su ritmo de vida y desarrollo? EU y otros países desarrollados en Europa necesitan todo el petróleo que puedan conseguir y la privatización es el camino para arrebatárselo a países como México, donde la intervención bélica sería inaceptable por la comunidad internacional. La estrategia es apoderarse del petróleo “por las buenas”, a través de reformas constitucionales que suelen ser paulatinas, pero igualmente depredadoras.


Se estima que las reservas petroleras de EU tienen una vida menor a 15 años, por lo que es prioritario para ellos expandir el control del petróleo fuera de sus fronteras. Para el 2025 se calcula que EU consuma 30 millones de barriles diarios, para lo cual tendrá que importar más de 20 millones de barriles; su dependencia del petróleo importado pasará del 55% al 70%. EU y otros países desarrollados en Europa necesitan todo el petróleo que puedan conseguir y la privatización es el camino para arrebatárselo a países como México, donde la intervención bélica sería inaceptable por la comunidad internacional. La estrategia es apoderarse del petróleo “por las buenas”, a través de reformas constitucionales que suelen ser paulatinas, pero igualmente depredadoras. (GRÁFICA: The Association for the Study of Peak Oil and Gas, ASPO)



El gobierno estadounidense, organizaciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y las grandes petroleras como Shell, Chevron, Texaco y Exxon, quieren que Pemex se abra a la inversión privada en lugar de que se fortalezca con recursos propios porque quieren tomar el control y la ganancia del petróleo crudo del país.
Desde que el presidente Lázaro Cárdenas expropió el petróleo en 1938, las transnacionales han luchado para volverse a apoderar de él de una u otra forma. Una modificación al artículo 27 representaría una contrarreforma, un retroceso en la soberanía nacional.



Desde que el presidente Lázaro Cárdenas expropió el petróleo en 1938, las transnacionales han luchado para volverse a apoderar de él de una u otra forma. Una modificación al artículo 27 representaría una contrarreforma, un retroceso en la soberanía nacional. Las grandes petroleras como Shell, Chevron, Texaco y Exxon, quieren que Pemex se abra a la inversión privada en lugar de que se fortalezca con recursos propios porque quieren tomar el control y la ganancia del petróleo crudo del país. (FOTOS: Especial)


¿México necesita incrementar su producción de petróleo? Habría que detenerse a analizar diversas variables antes de dar una respuesta. Construyendo las plantas necesarias para refinar los combustibles dentro el país, México no necesitaría producir más petróleo del que actualmente produce para su consumo interno, pues con los 2.5 millones de barriles que actualmente se extraen al día se podría satisfacer la demanda interna de 1.9 millones de barriles diarios y le sobraría aún para exportar.
El aumento de la producción petrolera en México sólo tiene sentido si su objetivo es incrementar la exportación de crudo para elevar la renta. Pero antes de optar por un aumento desmedido de la producción hay que tomar en cuenta que se trata de un recurso no renovable, por lo tanto es imprescindible manejarlo de forma racional y limitada.
No se debe perder de vista que el país tiene dos razones muy importantes por las que le conviene racionalizar su producción de petróleo. La primera razón es ecológica y económica. Siendo el petróleo un agente altamente contaminante que interviene en el efecto invernadero que provoca el calentamiento global, se debe de reducir su impacto con la generación de energías limpias y renovables. Si México desarrolla una transición energética reduciría su consumo interno de petróleo, por lo que se necesitaría de menos barriles por día, se haría menos daño al ambiente y habría más crudo disponible para exportar.
La segunda razón por la que al país le conviene racionalizar su producción de petróleo es económica y geopolítica. México puede aprovechar la inminente escasez de petróleo que vivirá el mundo en unos lustros si no sobreexplota sus yacimientos. El petróleo incrementará aún más su precio en los años por venir y México puede ser de las últimas naciones que cuenten con el recurso. Eso colocaría al país en una posición privilegiada en el plano internacional.
A futuro, mediante una política de racionalización, se podría lograr un sano equilibrio que permita un aumento controlado de la producción para elevar la renta sin sobreexplotar yacimientos.

México exporta menos barriles que hace 9 años, pero recibe más dinero. En 2004 se exportaron casi 1.9 millones de barriles diarios, contra 1.1 de 2013. La venta de crudo a EU pasó de 1.5 millones de barriles diarios a 950 mil barriles diarios. A pesar de esta disminución en el número de barriles exportados, Pemex recibió 21 mil 258 millones de dólares en 2004 y 46 mil 788 millones de dólares en 2012 por exportación de crudo. Incrementar la producción de Pemex no es una prioridad de México, es una necesidad urgente de EU.

María Fernanda Campa también acusó en 2008 que “la producción petrolera impuesta a Pemex no tiene nada que ver con las necesidades de México, sino con las de Estados Unidos”.
“El petróleo prospectivo, o sea las reservas potenciales es estratégico, es declaradamente de seguridad nacional norteamericana, pero los gobiernos de México, en los últimos 30 años han sido voceros y representantes de esos intereses y no de los más de 100 millones de mexicanos que somos los dueños del subsuelo y sus riquezas”, señaló la geóloga.
“Las reservas probables de Pemex se estiman hoy en día en con base a los lineamientos emitidos por la Security of Exchange Commission de los EU, las reservas probables y posibles están alineadas a las definiciones emitidas por la Society of Petroleum Engineers y la American Association of Petroleum Geologists desde Houston, Texas, ¿y las asociaciones mexicanas de ingenieros petroleros e ingenieros geólogos qué opinamos? que a lo largo de este periodo que menciono (35 años) esa política de uso perverso de Pemex se está agotando, pero la reforma de Calderón y sus socios insiste tercamente en continuarla a pesar del fracaso de sus resultados en la actualidad. Se ha demostrado que los montos de reservas estimadas depende de los métodos utilizados para calcularlas y en este terreno también existe un comercio artificial o especulativo, de tal manera que pasamos del método mexicano coherentemente aplicado hasta fines de los años 70, a la estimación de los bancos norteamericanos a en los años 80. Durante este lapso suben y bajan las reservas en miles de millones de barriles... el índice de producción y reserva en años es solamente un indicador para acelerar la producción o no, pero ahora se está usando para asustar a los mexicanos por la ignorancia. Simplemente con elevar la perforación de pozos de exploración sustancialmente, Pemex elevaría sus reservas sin lugar a dudas, pero las empresas transnacionales, con el apoyo de sus gobiernos, quieren los contratos de perforación, producción y distribución en sus manos con el propósito de dotar al insaciable mercado norteamericano y europeo”, argumentó Campa.

Durante los gobiernos de Fox y Calderón se manejó también la idea de privatizar Pemex, el segundo presentó en 2008 una propuesta de Reforma Energética muy similar a la ahora planteada por el gobierno priista, pero durante el calderonato el PRI se opuso a cualquier modificación constitucional que privatizara a la paraestatal. ¿Por qué ahora Peña Nieto están tan apurado en privatizar? Tal vez porque ahora el PRI está en el gobierno y se llevaría una jugosa ganancia en el remate del petróleo al extranjero.

Con una eventual apertura de Pemex al dinero extranjero se abriría también la oportunidad al control del oro negro por parte de las grandes corporaciones internacionales. Aunque Peña Nieto insiste en que en su propuesta el Estado conservaría la rectoría y posesión del petróleo, de cualquier forma las empresas participantes se llevarían jugosas ganancias del crudo del subsuelo mexicano, además, esta reforma podría ser la primera de otras que vayan más lejos y que tienen como meta final arrebatar a México el control de su petróleo.
Se corre un alto riesgo de que el Estado mexicano pierda el control de la administración y explotación económica del petróleo una vez extraído. Las empresas privadas podrían exportar el petróleo mexicano o instalar refinerías dentro del territorio mexicano, trayendo competencia desleal al interior del país y una merma sustancial en las ganancias de la paraestatal, lo que tendría un impacto directo en el presupuesto nacional, tumbando los proyectos de desarrollo.

Ante una eventual privatización del petróleo, ya sea parcial o total, el país ya no dispondría de la totalidad de la renta petrolera, por lo que el vacío dejado en las finanzas públicas provocaría un efecto catastrófico para la economía nacional. La única manera en la que se podría llenar ese vacío de manera inmediata sería a través de una importante alza en los impuestos. No es coincidencia que de la mano de la Reforma Energética venga la Reforma Hacendaria, donde se prevé un fuerte aumento del IVA y su generalización a alimentos y medicinas, política sumamente regresiva que sólo afectaría a los más pobres.

México va en dirección contraria a la tendencia de otros países a estatizar su petróleo. A diferencia de países como Rusia, Noruega, Argentina y Venezuela, que han entendido la importancia estratégica del petróleo para su soberanía [45], parece que en México hay una urgencia por parte de su gobierno para meter a empresas extranjeras en su petróleo con el gran riesgo de perder su independencia energética y económica.



El espejismo de la privatización


Otra de las ideas que se buscan implantar entre la sociedad es que el servicio y el redimiendo de una empresa mejora cuando pasa de ser estatal a privada. La experiencia en México nos dice lo contrario.
Desde el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado la política económica en México ha tenido un profundo perfil neoliberal, en la que se dan todas las garantías a los grandes empresarios y se deja desprotegida a la gran mayoría de la población ante los abusos de los capitalistas.
A partir de 1988 comenzó una política de privatización de las empresas estatales que tuvo su época más salvaje en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), periodo en el que se privatizaron más del 90% de las mil 150 empresas estatales [46]. Con el argumento de que se debía reducir el gasto gubernamental, la mayoría de esas empresas del Estado fueron vendidas por un precio muchísimo menor a su valor real a empresarios que hoy destacan en las listas de los más ricos del mundo. Sin embargo, los servicios de estas empresas se han caracterizado por su ineficiencia y abusos contra el consumidor.
Casos icónicos no faltan. Ahí está Telmex, vendida a Carlos Slim Helú en 1991, la pieza clave para que este empresario se convirtiera a la postre en el hombre más rico del mundo. La empresa telefónica dominante en México es siempre blanco de críticas por sus prácticas desleales, mal servicio, abusos en sus tarifas y por su retraso tecnológico con respecto a otras telefónicas del mundo.
Está el caso de TV Azteca. Salinas de Gortari vendió Imevisión en 1993 a Ricardo Salinas Pliego, que la convirtió en Azteca S.A, que hoy es la segunda cadena de televisión más importante del país, pero cuya programación es de pésima calidad en producción y contenidos.
La privatización de la banca es una de las más famosas y que más daño le ha hecho al país. Hoy los bancos en México dan un pésimo servicio, cobran las tasas de interés más altas del mundo [47] y ofrecen un bajo rendimiento en el ahorro. El caso de Banamex es de los más representativos. Roberto Hernández y Alfredo Harp Helú (primo de Carlos Slim) compraron el Banco Nacional de México al gobierno de Salinas en 1992. Luego Harp Helú ganó millones de dólares en 2001 cuando Citigroup compró Banamex. Sin embargo, este banco ofrece un servicio que usualmente causa descontento entre los usuarios. Altas tasas de interés en los préstamos y cobros por trasferencias que nunca fueron realizadas son algunas de las perlas del llamado “Banco Nacional de México”, aunque sea de extranjeros.
Al final del sexenio de Salinas de Gortari, la gran mayoría de las empresas estatales ya habían sido desmanteladas y malbaratadas. El Estado quedó desnudo, vulnerable y para colmo no se logró contener la crisis económica de 1994, la más dura de los últimos 40 años [48]. El error de diciembre dejó a millones de mexicanos en la pobreza.
La privatización de los bancos nacionales potencializó la catástrofe del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) en 1998, cuando el gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, ante el temor de una nueva crisis, convirtió en deuda pública los pasivos de los fondos que sirvieron para rescatar a los bancos privados y cuyo monto ascendió a 552 mil millones de pesos de entonces [49]. Zedillo respetó con obediencia la máxima de la economía neoliberal de ‘socializar las pérdidas y privatizar las ganancias’. El rescate del Fobaproa es una pesada losa que se tendrán que seguir pagando nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.


A partir de 1988 comenzó una política de privatización de las empresas estatales que tuvo su época más salvaje en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), periodo en el que se privatizaron más del 90% de las mil 150 empresas estatales. El argumento privatizador siempre ha sido el mismo: mejor servicio, más empleo y fortalecimiento de la economía nacional; pero el resultado siempre ha sido lo contrario: ni mejor servicio, ni más empleo; sólo más riqueza para los que más ricos y más pobreza para los más pobres. (FOTOS: Especial/Cuartoscuro)



También en 1998 el gobierno de Zedillo privatizó la administración de varias plantas eléctricas y el control de 32 aeropuertos mexicanos. La constante, un servicio deficiente.
En 1997, Zedillo también privatizó Satélites Mexicanos (Satmex) [50], ahora proveedor de comunicaciones satelitales líder en América Latina que opera los satélites mexicanos Solidaridad II, Satmex 5 y Satmex 6.
La historia no ha sido diferente en el sector minero y de transporte. Altos Hornos de México fue privatizada en 1991, mientras que Ferrocarriles Nacionales de México (Ferronales) fue puesta en liquidación por Vicente Fox Quesada, tras la desincorporación del Sistema Ferroviario Mexicano iniciada por Zedillo en 1997.
Empeñados en engordar aún más las fortunas de los multimillonarios, los partidarios de la privatización no se han dado cuenta que la desigualdad social no es sustentable, que la pobreza de las mayorías que ha generado el modelo neoliberal no se puede revertir con más neoliberalismo. 
¿Qué ha ganado realmente el grueso de la población mexicana con la privatización de sus empresas de sectores estratégicos? El argumento privatizador siempre ha sido el mismo: modernización, mejor servicio, precios más baratos, más empleo y fortalecimiento de la economía nacional; pero el resultado siempre ha sido lo contrario: retraso tecnológico, pésimo servicio, aumento de precios, despidos y desempleo, sólo más riqueza para los más ricos y más pobreza para los más pobres; un atroz debilitamiento del Estado y de la soberanía nacional frente a la fortaleza de las grandes empresas privadas locales y extranjeras.
La privatización en México no ha representado una mejora en los servicios para el usuario ni un beneficio para el desarrollo social, por el contrario, empresas que fortalecían las finanzas del Estado han sido vendidas indiscriminadamente para enriquecer a unos cuantos empresarios. ¿Por qué con el petróleo debería de ser diferente?
Ingenuo sería pensar que a los potenciales inversionistas de Pemex les interesa el bienestar de la sociedad mexicana.

España ha pasado por un periodo privatizador muy similar al de México. De 1996 a la fecha fueron rematadas al sector privado unas 50 empresas estatales, entre las que se encuentran las principales compañías de sectores de gran importancia en la economía ibérica, como electricidad, gas, petróleo, transporte aéreo, marítimo y por carretera, telecomunicaciones, aeronáutica, siderurgia [51]. Los ganadores fueron los de siempre: los grandes empresarios. Hoy España vive la crisis económica más fuerte de su historia moderna, millones de ciudadanos luchan por sobrevivir. Mientras un grupo muy reducido de millonarios sigue haciéndose rico, la mayoría no tiene sustento.

El caso de Petróleo Brasileiro SA (Petrobras) ha sido uno de los ejemplos más icónicos de cómo un país no se beneficia como esperaba con la apertura de su empresa petrolera estatal al capital privado.
Durante el mandato de Fernando Henrique Cardoso, la empresa petrolera nacional se abrió al dinero extranjero privado, pero lejos de que esto resultara un beneficio para el pueblo de Brasil, el país ha perdido miles de millones en ganancias de su petróleo.
Durante su visitas a México en 2008 y 2013, Fernando Siqueira, vicepresidente de la Asociación de Ingenieros de Petrobras, alertó a nuestro país para que no siga el ejemplo Brasil y evite permitir el ingreso de dinero privado a Pemex. Comentó que Brasil perdió parte de su patrimonio y la compañía Petrobras se devaluó en materia petrolera, lo que convierte en “un mito” el éxito de la apertura de Brasil a la iniciativa privada en esta materia [52].







El ingeniero explicó que tras la privatización parcial del sector petrolero de Brasil, el país –que antes de las reformas tenía el 100% de la propiedad del petróleo­–, perdió más del 55% de su renta petrolera en las extracciones posteriores, pues los cambios constitucionales que se implementaron permitieron a las empresas transnacionales quedarse con una parte mayoritaria de las ganancias del crudo extraído.
“Uno de los mitos es que el cambio de la ley fue bueno para Brasil y para Petrobras. La realidad es que fue malo para Petrobras y pésimo para  Brasil... se abrieron licitaciones de lotes de producción de petróleo para empresas extranjeras y no invirtieron nada, no exploraron ningún área... La empresas explotan y se tornan propietarios del petróleo, esto es gravísimo porque en todo el mundo los productores se quedan con el 84% del producto de la exportación, el gobierno de Brasil se queda sólo con entre el 10 y el 45%”, refirió.
Siqueira señaló que en Brasil se hicieron reformas constitucionales y leyes secundarias regulatorias muy similares a las que se proponen hoy en México. Explicó que en su país se maneja una figura de “concesión” que contraviene la misma constitución brasileña al establecer que quien produce es propietario del petróleo y lo puede exportar. A través de la Agencia Nacional del Petróleo (que se creó como parte de las reformas) se otorgan las concesiones a pesar de que en la misma constitución se establece que el petróleo y su renta son propiedad de la nación.
Añadió que la petrolera brasileña “pasó a ser controlada por leyes norteamericanas voraces, que fueron hechas después de la quiebra de compañías importantes de Estados Unidos, entonces Petrobras perdió su independencia nacional e internacional”.
El analista detalló que Petrobras ahora tiene que hacer sus planeaciones con la opinión de los accionistas extranjeros. “Pasamos a tener interferencia de accionistas extranjeros en nuestra producción más estratégica para el país, que es petróleo”.
“La propiedad cayó en 32%, Lula recompró algunas acciones para el Estado brasileño y ahora  tiene el 48%. Estados Unidos tiene 31%, el resto bancos privados brasileños”.
Consideró que “los mexicanos tienen que pensar mucho sobre la apertura de Pemex a las compañías privadas, principalmente internacionales, porque una vez que se abre no se tiene más el control”.
“No es necesario para Pemex que entren compañías extranjeras, no hay necesidad... La apertura tiende a crecer cada vez más, las compañías son muy poderosas, presionan a la prensa, presionan a la sociedad, presionan de tal forma que es difícil controlarlas, aunque esta apertura sea gradual, no tiene control”, advirtió.
Acotó que México puede adquirir la tecnología para extraer el crudo de aguas profundas sin la necesidad de privatizar el sector. Insistió en que es errónea la idea de que es muy complejo extraer petróleo de aguas profundas y que en realidad es un proceso sencillo. Manifestó que los equipos se pueden adquirir con relativa facilidad y a un costo razonable en relación con la ganancia que se puede obtener. También dijo que es posible un intercambio tecnológico para traer el equipo necesario, aseguró que la misma Petrobras podría intercambiar tecnología con Pemex para llegar a sus aguas profundas.
“En aguas  profundas ustedes tienen tres cuellos de botella tecnológicos, la perforación, los equipos de completación submarina y la línea flexible, que va desde el equipo hasta los buques petróleos, todas esas tecnologías son hechas por compañías independientes y se pueden comprar”.
“No es difícil llegar a aguas profundas. Es fácil, no hay ninguna dificultad, ya existe la tecnología para cavar pozos y líneas flexibles que se venden para elevar el producto a la plataforma, toda la tecnología está disponible en el mundo, sólo se necesita un producto básico que se puede comprar o incluso se puede intercambiar tecnología con Petrobras”.

Una de las razones de las movilizaciones de protesta ciudadana en que se desarrollaron en Brasil en junio pasado, (en medio de la celebración de la Copa Confederaciones de la FIFA), aunado al derroche en la realización de eventos deportivos, es la del alza del precio de los combustibles. La privatización no ha traído beneficios reales para la población brasileña, al contrario, el costo de las gasolinas ha aumentado desmesuradamente [53].

Las empresas privadas no garantizan una alta eficiencia. A nivel internacional, el caso más reciente de negligencia se dio en 2010, con el derrame petrolero en el Golfo de México provocado por la compañía inglesa British Petroleum, que causó gravísimos e irreparables daños al ecosistema del lugar [54].


Las empresas privadas no garantizan una alta eficiencia. A nivel internacional, el caso más reciente de negligencia se dio en 2010, con el derrame petrolero en el Golfo de México provocado por la compañía inglesa British Petroleum, que causó gravísimos e irreparables daños al ecosistema del lugar. (FOTO: Especial)



Abandonar la dependencia, no al petróleo


Es obvio que el país depende de la renta petrolera. En México es urgente comenzar una estrategia periódica para que su economía deje de depender centralmente del petróleo, pero eso no significa que se deba de renunciar a los beneficios económicos que aporta el crudo en la actualidad entregando las ganancias a empresas privadas, por el contrario, se deben de utilizar para impulsar al país en la mejora de la educación, el fortalecimiento de sus finanzas y el combate de la desigualdad social.
Con el impulso de la renta petrolera México puede pasar de ser un país que sólo produce materias primas a ser creador de tecnologías, que pase de ser una nación con un 60% de su población en clase baja [55] a ser un país más justo.
El objetivo también debe ser la conversión periódica hacia el uso de energías renovables y ecológicas que puedan ser patrocinadas por el propio Pemex.
Las investigaciones para el desarrollo de energías limpias pueden ser financiadas con el dinero de la renta petrolera. A mediano y largo plazo, la dependencia tanto económica como energética del petróleo disminuiría. Al reducir la cantidad de petróleo que se consume al interior del país, se dispondría de una mayor cantidad para la importación.

Recuperar la soberanía nacional con la ayuda del oro negro, ése es el reto, ése es el camino. El petróleo es el presente y futuro de México, su defensa es la lucha que todo mexicano bien nacido debe tomar como suya.

(FOTO: Especial)







[1] CÁRDENAS, LÁZARO. Decreto de Expropiación Petrolera. 18 de marzo de 1938.
[3] OCAMPO TORREA, JOSÉ FELIPE. PEMEX: mitos, realidades, testimonios y propuestas. Colección Reflexiones, Editorial Universidad Autónoma de la Ciudad de México. 2007. Pags. 42-52.
[6] OCAMPO TORREA, JOSÉ FELIPE. PEMEX: mitos, realidades, testimonios y propuestas. Colección Reflexiones, Editorial Universidad Autónoma de la Ciudad de México. 2007. Pag. 86 y 114.
[7] Enlace a referencia: http://www.sener.gob.mx/res/85/Refinacion_Web.pdf